Busco una tarde que nunca dé las siete

para arrancar racimos de risas

de muchachas

y en medio de todo ese alboroto

colgar mi locura de una rama

que dé sombra a mi cabeza

mientras muerdo un señuelo de nubes

con ojos golosos de aventuras

 

José Ángel Leyva

 

Sin duda, el desplazarse de un sitio a otro nos dota de momentos para recordar, imágenes que enriquecen nuestro mirar, y muchos conocimientos nuevos. De mil maneras emprendemos una aventura, puede ser por motivos de trabajo, de investigación, o tal vez, sólo curiosidad. De alguna manera, en el mes de marzo, terminé en el Museo de Antropología de Xalapa (MAX), en el estado de Veracruz.

El proyecto donde actualmente se encuentra el MAX quedó a cargo del arquitecto Raymond Gómez, y en 1985 diseñó un inmueble con un área construida de 12 000 metros cuadrados. Resulta sorprendente aproximarse al museo, ya que a los alrededores hay una gran cantidad árboles con un follaje extenso y de más de 15 metros de altura, de primera impresión creí que se trataba de alguna especie de álamo, quizá álamo blanco, a la fecha no estoy seguro de la especie. El vestíbulo del proyecto es amplio y bien iluminado, tiene en la fachada principal, entradas de luz que recuerdan a la pirámide de los nichos en El Tajín.

La forma del museo es una “L” invertida, lo cual genera una perspectiva muy prolongada por terrazas que dan inicio o continuación a la exhibición de arte precolombino de 30 siglos. El MAX tiene entre las salas de recorrido tres patios cubiertos con una estructura reticulada, donde también muestra piezas extraordinarias como una gran cabeza Olmeca.

El MAX ha recibido reconocimientos como el National Landscape Award en 1992, que busca reconocer y recompensar la excelencia profesional. Y el Premio de Arquitectura del Paisaje, de la Sociedad de Arquitectos Paisajistas de México, en el año 2000.

Verdaderamente, el MAX fue un gran descubrimiento, ya que, por su arquitectura, arquitectura del paisaje, y principalmente por su colección, es un destino que no puede faltar en cualquier viaje al estado.

Fotografías de Bruno Jiménez Rodríguez