Las corrientes de la vida, como las del mar, son inciertas. A ratos nos encontramos solos/as en la vastedad del agua, guiando nuestra naves solamente con nuestras propias fuerzas. Cansados/as, perdemos de vista el horizonte y nos movemos sin rumbo.

Coincidir es entonces un golpe de suerte, un cálido abrazo que nos cura, nos refresca y nos permite seguir, ésta vez, sintiéndonos acompañados/as.

En febrero, en el acto de coincidir, nos llenamos de emociones cálidas. Encontramos aquello que nos une con lugares y gente nueva en medio de los festejos de la temporada. Añoramos dar con alguien que sienta como nosotros/as, que también nos esté buscando.

Coincidimos también en la lucha, sobre todo entre mujeres. En los actos más subversivos como compartir la mesa entre primas, madres, hijas y abuelas. En las charlas con las amigas en donde lo común, además del cariño, son el enojo y la lucha contra los abusos masculinos. En las expediciones surgidas de los lazos forjados entre mujeres de diferentes países que comparten la opresión del machismo.

En la inmensidad del océano nunca estamos verdaderamente solos/as.

Humberto García

 

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Domingo 2 de febrero del 2020

A veces solo hace falta una mirada, un comentario o una frase de alguien que se encuentra fuera de nuestro entorno familiar, cultural o social para sensibilizarnos con nuestros propios procesos de vida.

Hoy estamos en la sierra norte de Puebla, yo y una amiga extranjera feminista que tiene bastante más clara sus posturas ante la vida, ella emigró de su país de medio oriente hacia un país culturalmente parecido, pero ella no habla español. Es un desafío el idioma, el empezar de cero y coincidir con personas que le apoyen, ayuden y colaboren en hacer una estancia más placentera en este país. Lo ha hecho bien, terminó su maestría en español.

¿Cómo es que empatizo con ella? Si solo he salido a tres países en donde el español es rebuscado, pero parecido. ¡Buena pregunta! Es simple la cultura machista es mundial sin importar el idioma, se llama opresión.

Los lazos de poder y control que ejercen nuestras familias son internacionales. Si eres lesbiana te señalan. Si rompes con las tradiciones religiosas de medio oriente te señalan, te discriminan por ser mujer iraní, me discriminan por ser mujer mexicana, los clósets que hemos vivido son parecidos, el mío es de preferencias sexuales, el de ella es de novios que la familia no acepta, y entonces coincidimos que las feministas somos rebeldes.

Así vamos por la vida coincidiendo con situaciones y personas que alimentan nuestras ideas, ampliando nuestro panorama y nos alientan a seguir nuestra lucha, el desafío es saber integrar las enseñanzas sanas y seguir avante, en este mar interno de emociones, que nos consume y llena de miedos

Porque hoy estamos vivas ¡y lo podemos contar!

Shirel

Lunes 3 de febrero del 2020

Lecciones para sobrevivir a los 26 años… Sobreviviste

Sobreviviste a un accidente de carretera en la madrugada porque ocurrió horas antes de que cruzaras el camino.

Sobreviviste a un viaje de 12 horas con aromas a hostal barato y ronquidos varios detrás tuyo. Esas torceduras del cuello duraron todo el día.

Sobreviviste al inicio de unas “vacaciones indefinidas”. Gran desilusión… Solo eres un juego empresarial: innecesario y reemplazable.

Sobreviviste a la escasez de su presencia. El amor te guía por caminos que a veces no te das cuenta que quieres seguir. Pero aceptas, berrinchudo, el duelo provocado porque ninguno de los dos va en el mismo rumbo. Lloras y lo bloqueas para que puedan sanarse.

Sobreviviste al 30% de la tesis, síguele echándole pilas cabrón.

Sobreviviste la selección de los que quieres cerca, culpándote de tu egoísmo.

Sobreviviste a 26 años de muchas existencias ocurridas después de que una madre despertara en el hospital, cerrada su cesárea ininterrumpida tras una eclampsia que colocó en riesgo su vida. Una mujer que abrió los ojos y vio a tu abuela frente a ella llorando diciéndole “Hija”. Un padre en la incertidumbre de decidir sobre la vida de su hijo o su esposa. Un cunero y una criatura recién nacida buscando la sobrevivencia por respirar el aire citadino a los 7 meses de gestación.

Sobreviviste a los 26 años para sobrevivir a los 27.

CHMKS

 

Martes 11 de febrero del 2020

Para ser honesta, sí, a veces quisiera a alguien que me acompañe, para ser más específica diré que me refiero a una pareja.

A veces quisiera encontrar a alguien con quien, al rozar nuestros labios me pierda en el tiempo y espacio, sentir que sus besos son lo único necesario en determinado momento, que sean mi antídoto y mi medicamento, mi causa y efecto, que sienta que no sea la Ley de gravedad la que me mantiene en la Tierra, que sea su compañía; que no sea el oxígeno lo que me hacer sentir viva, que sea su presencia.

Ese alguien que me consuele en mis días grises. Que no solo sea mi novio, sino también mi amigo, mi cómplice, mi confidente, mi compañero de vida.

Finalmente, y lo más importante, quien me acepte y me quiera tal y como soy, que se sienta dichoso de haberme encontrado como yo también lo estaría por tenerle a mi lado, que seamos un soporte en los momentos difíciles y una motivación para alcanzar nuestros logros.

Eso es lo que a veces quisiera, y si de casualidad tú también a veces quisieras algo así, capaz y un día nos llegamos a encontrar, uno nunca sabe.

ER

Martes 21 de enero del 2020

Mis ojos están hinchados de tanto llorar, me duele la espalda de tanto agacharme. Llevo días sin que nada me haga sonreír, sentirme bien. Me frustra que no pueda decirme que desea. Me desespera no saber qué le duele. Intenté contarle a mis amigos lo que me sucedía. Pero quién comprendería como se me parte el corazón cada que veo que mi perra intentando hacer del baño pero no puede levantarse porque le lastimaron la columna cuando la atropellaron hace unos días cuando se escapó de la casa.

Esto me llevó a reflexionar sobre lo difícil que lo pasan las personas que tienen a una persona con una discapacidad, realmente nos hace falta empatía.

Sendeprepia

Jueves 13 de febrero del 2020

El menú fue simple: croquetas de atún con papa, lechuga con pepino, arroz cocido al vapor y agua de maracuyá. Hoy al fin pude ir a comer con mi abuela. La cocinera fue mi madre y las compañeras comensales mis primas.

Comimos aprisa por el hambre que teníamos, lo que no impidió que la plática fluyera: qué hay de nuevo en la escuela, los planes para el próximo cumpleaños, las tablas de multiplicar y algún comentario sobre el clima.

El sol de las 4 de la tarde entrando por la ventana y la música ochentera que mi mamá puso en su cel complementaron el ambiente.

Qué tiene la comida que es tan especial. A través de ella y de todo lo que la rodea se transmiten las emociones más profundas. Como hoy. Qué es esto que siento al estar rodeada de mujeres queridas… al ver a mis primas más grandes, más inteligentes, más ocurrentes. Al mirar a mi madre y a su madre juntas, las dos tan parecidas. En unos años seré como ellas.

Cuando me enteré que habría postre me dieron ganas de llorar.

Susana

Jueves 13 de febrero del 2020

Soy la peor persona del mundo! me repito todo el tiempo. Durante este mes he perdido la congruencia entre mis convicciones, mis pensamientos, mis hechos y mis palabras.

Aprendí a no sentir culpa desde hace mucho. El problema es que me traiciono a mi misma.

¡Es una lucha constante! Si alguien se entera me juzgarán, podrán señalarme. Pero ¿quién no se equivoca? ¿quién no vuelve a ciclos pasados? ¿quién no cae en la misma contradicción? Esta es mi pobre justificación, cualquiera se da a sí mismo estos paliativos. 

Lo que me preocupa es el gozo de este fallo. Me miento a mi misma al decir que pronto acabará porque al comenzar la semana deseo volver a meter la pata. ¡Deseo, deseo!.

No sé qué hacer. Quizá en unos días vuelvan a leer mis incoherencias.

Senderepia

Jueves 20 de febrero del 2020

“Vamos por una chela, estoy con C”, me escribió R. Nos vimos un par de minutos más tarde y esa cerveza se convirtieron en 4 caguamas, que sin comer se sienten como 5.

“¿Ustedes que opinan del paro?, ¿irán a la marcha?, claro que sí!” dijimos todas. 

Siempre que ando borracha me pongo a hacer análisis del discurso e inicié el más fuerte de este mes: “¿Han visto Sex Education?, recuerdan la escena donde una profesora castiga a una grupo de chicas y les pide que escriban sobre algo que todas tengan en común y después de un largo rato llegan a la conclusión que todas han sido agredidas sexualmente”.

Solo de pensar, y tratar de escribir, esto el corazón se me hunde en el estómago.

“Abusaron de mí y siempre creí que fue mi culpa” dijo R., luego C nos contó que la habían perseguido. ¡Maldita sea! Necesitaba escupirlo fuera de mí. Le conté a mi mejor amiga el secreto de mi familia. Cuando estuvimos solas R y yo, R me contó que C fue abusada por su padre.

Caminamos, nos movemos y a veces nos hundimos en el trabajo, relaciones interpersonales tóxicas, en alcohol, tabaco, comida, ejercicio o  compras. Tratamos de recuperar nuestra dignidad, nuestra autoestima pero estamos rotas por dentro.

Toda esta furia sirve para resistir. Y recuerda ¡Maldito seas si tocas a alguien sin su consentimiento!

Ultravioleta

Domingo 23 de febrero del 2020

La ciudad es enorme porque para crecer se alimentó de espacios distantes y diversos. Muchos de ellos se resisten a ratos a integrarse por completo en su homogeneidad urbanizada.

En el oriente, donde los cerros se ven más grandes, las mototaxis abundan y las micros dicen “pueblos” o “ejidos”, todavía perviven las fiestas de otros tiempos.

Allá los últimos fines de semana de febrero se llenan de música y color. Las calles son tomadas por cuadrillas de charros y charras danzantes. Uno que otro chinelo se aparece entre la multitud de gente que camina con dirección a la plancha central y a la iglesia.

Allá las donaciones al templo alcanzan para quemar varios toritos y contratar bandas. A todos se les ve borrachos, a unos de alcohol, a otros de baile, y a otros de alegría. El santísimo y el carnaval se festejan como se debe, como los últimos días de celebración antes de los días de guarda cuaresmeña.

Lejos de mi hogar, me siento parte de este oriente que, entre las fábricas y los ejes viales, se resiste a perder su identidad.

Semidesértico

Miércoles 26 de febrero del 2020

Tengo casi 26 y todavía no logro desifrar el misterio del transcurrir del tiempo. 

 

No sé si soy yo poniendo más atención a cada segundo que pasa o es mi mente la que me juega chueco. Últimamente y sobre todo este año, he sentido que en menos ocasiones he tenido el control y el tiempo ha pasado más rápido. 

 

Es como si estuviera arriba de un bote que gracias al impulso de la corriente ahora navega mar adentro, allí dónde lo único que ves al voltear a todos lados es mar. No obstante, cada día que pasa aprendo a navegar mejor, ya no importa el tamaño de las olas o el mal clima. Es curioso, pero ser capitana de un bote no estaba en mis planes, o al menos no del todo. Ciertamente el viaje ha sido agradable, no por nada sigo navengando, pero ver únicamente mar a mi al rededor me asusta. 

 

Algo me dice que ha llegado el momento de saltar del bote, 

sentir el agua cubrir mi cuerpo y saborear la sal. 

 

Sólo que no sé si estoy lista del todo, 

me pienso adentro del mar y me dan ganas de llorar,

recuerdo el día en que casi muero ahogada. 

Sé a detalle los errores que cometí esa ocasión, 

los he repasado en mi mente más de una vez y en definitiva no volvería a cometerlos. 

 

Quiero ser yo la que controle el tiempo,

yo, la que decida que ya es hora 

hora de sumergirme, 

hora de encontrar en las profundidades nuevas galaxias, 

hora de curarme la miopía con agua de mar 

y al final,

descubrir si soy de aquí 

o

soy 

de

allá. 

 

Mariquita López