Para trabajar, nos reunimos en muchos lados. A veces en la Biblioteca México, otras en la Mediateca del Centro Cultural España. En días calurosos trabajamos en las mesitas de los tepaches, en el Mercado Hidalgo. Los parques son buenos lugares para pensar, las iglesias también, aunque podamos incomodar a los asistentes. Cafeterías, casi no. Fonditas sí, nuestras favoritas son las del mercado 2 de abril, en la Guerrero. Platicamos, debatimos, proponemos ideas, escribimos. La inspiración se anida en la ciudad completa.

También videollamamos con nuestros colaboradores de Aguascalientes, ciudad hermana y amiga. Recibimos las letras, fotos e ideas del Bajío que nos impulsan a seguir. Un viaje que comenzó hace ya dos años y continúa.

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Era una tarde de abril. Recibimos la noticia de no haber quedado seleccionados en la convocatoria para apoyo a proyectos culturales a la que ilusionados, aplicamos meses atrás.  De verdad que nos esforzamos; nos asesoramos, escribimos y re-escribimos lo requerido, armamos un diseño bonito… y no. El cielo auguraba lluvia y nosotros nos mirábamos a los ojos, tristes. Qué sentido tiene trabajar en un sueño, apenas con pies y cabeza. Qué sentido tiene estudiar humanidades en un país como éste, donde es sinónimo de ganar poco y de luchar para que el trabajo sea reconocido.

Momentos de desánimo, sinsentido necesario, desesperanza. Subimos al metro Hidalgo con dirección Taxqueña. Es bien sabido que en días de lluvia, la línea 2 se atrofia. Encima de la tristeza, el andar lento del metro. Pino Suárez, San Antonio Abad, Chabacano. Contra toda predicción, por ahí de General Anaya el cielo se despejó y algunos rayos de sol iluminaron el vagón. ¿Quién dijo que todo está perdido? Sin saberlo, comenzaba una nueva etapa para Revista Baladí.

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En junio recibimos una invitación para presentar nuestro proyecto en el espacio alternativo Trotamontes, dirigido por nuestra aliada gestora y bailarina Jazmín Cano. La conocimos en unos cursos sobre empresas culturales que tomamos en El Rule, donde, además de aprender nociones básicas de proyectos y planes de negocios, coincidimos con un montón de colegas del ámbito artístico-cultural. Nerviosos y emocionados expusimos a un público animado la vena principal de nuestro proyecto: ¿qué es Baladí? A través de una dinámica recopilamos sus impresiones y se pueden consultar aquí.

Ese día nos dimos cuenta de cuán acompañados estamos; si bien el evento funcionó para dar a conocer nuestro proyecto a nuevas personas, también a él asistieron nuestros amigos para echarnos la mano en lo que se ofreciera. En ese momento, en las redes sociales y en el día a día, un pilar importante para Baladí ha sido el apoyo de nuestras amistades, colaboradores, aliados y lectores.

Conocer y comenzar a trabajar con otros proyectos culturales nos abrió aún más la perspectiva en torno a la cantidad de luchas importantes que están teniendo lugar en la escena cultural. Nos llevó a reflexionar que solo a través de la generación de redes es que seremos capaces de modificar lo que se entiende en los grandes recintos y entre las voces autorizadas por cultura.

No siempre se logran las alianzas; sabemos que en el ámbito existen muchas perspectivas sobre el valor del trabajo y del intercambio cultural que pueden no empatar con las que tenemos. Estamos convencidos de que no todo se mide con dinero y de que nuestras disciplinas humanísticas/artísticas/científicas sociales son valiosas aún si en el panorama actual se les considera inútiles.  

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Y a todo esto, a dos años de haber publicado por primera vez, ¿qué es Baladí? Ahora podemos responder con mayor seguridad. Baladí es una lucha contra la alta cultura, contra la hegemonía de los museos y los grandes escenarios del arte. Es una lucha contra la monopolización del conocimiento, una emancipación del lenguaje académico. Es un esfuerzo por escribir sobre lo que usualmente se desdeña, por mirar lo cotidiano con otros ojos, los de la reflexión. Una apuesta por crear redes, espacios de encuentro. Difundir la cultura así, con c minúscula, pensarla como todo aquello que nos significa. Baladí es lo valioso que ya no debe pasar desapercibido.

El viaje continúa, gracias por sumarse a nuestro barco. ¿Qué nos espera en el infinito horizonte? No lo sabemos pero estamos convencidos de que el viaje será siempre más importante que el destino.