Las personas que cometen un suicidio no siempre tienen tantos motivos para hacerlo, a veces basta con una sola razón, y por supuesto que podrían no compartirlo con nadie

Netflix acostumbra brindar a sus millones de usuarios contenidos de alta calidad, y, por lo regular, lo que comienza en ver el primer capítulo de una serie termina en concluir toda la temporada.  13 Reasons Why hace honor a la idea anterior; con una impresionante recepción, Twitter testifica que a la fecha es la serie más popular de este gigante del entretenimiento.

Desde una multitud de perspectivas, el televidente puede interpretar el fatídico transcurrir de la vida de la adolescente  Hannah Baker.  Analizar la serie a partir de la psicología es casi una necesidad si se desea profundizar en los factores que llevaron a la protagonista, en este caso, a tomar una decisión mortal.

Comenzando por la etapa de desarrollo en que se sitúa Hannah, se ilustra con certeza la formación de identidad personal y sexual aún en proceso –vulnerable ante situaciones críticas- que envuelve a la adolescencia. La opinión de las personas que nos rodean en la escuela –a los cuales tendemos a llamar con asombrosa facilidad “amigos”-, la popularidad y el indicador de éxito en que se puede convertir el número de fiestas a las que se asiste en el año, son situaciones que más de uno hemos vivido; nadie está exento de querer pertenecer a un grupo social, y de hecho es lo más favorable adaptativamente para un individuo.

Sin embargo, lo preocupante es que en este proceso, y sin la adecuada convivencia familiar, la continua exposición al hostigamiento, el acoso sexual y las humillaciones pueden volverse una agotadora costumbre para la víctima, víctima que cualquiera puede ser en determinado momento de su vida. Continuando con la idea del entorno familiar, la serie ejemplifica de forma cruda y realista la otra cara de la moneda, entrando de lleno en la vida de los agresores, quienes evidentemente requieren de apoyo profesional al igual que sus víctimas, pues son parte de un círculo vicioso de violencia física y psicológica y han decidido descargar su frustración con sus pares. Igualmente, considero que 13 Reasons Why hace una crítica a la supuesta libertad con que se manejan algunas relaciones parentales, pues, en aras de respetar el espacio de los hijos, las madres y padres aislaron y permitieron aislarse de la dinámica familiar a los jóvenes, dejando un nulo espacio a la confianza y a la comunicación, cruciales en un momento tan agudo de la vida como es la juventud. Así, se volvió una incógnita lo que sucedía en sus vidas saliendo de la puerta de la casa, que no hogar. Basta con preguntarse qué habría sucedido si los padres de Clay Jensen hubieran sentado al chico a la mesa para habar del caso de Hannah Baker, o si el consejero escolar y el director hubieran hecho algo más que literalmente tapar el problema pintando las paredes.

Ahora bien, el título de este escrito responde a la evidente aseveración de que las personas que cometen un suicidio no siempre tienen tantos motivos para hacerlo, a veces basta con una sola razón, y por supuesto que podrían no compartirlo con nadie. Asimismo, es importante destacar que aunque Hannah Baker era muy elocuente, no todas las víctimas logran siquiera procesar todas las razones de su decisión y, en muchos casos, su muerte deja más preguntas que respuestas. Los encargados de la producción pudieron cuidar más el efecto que la frase welcome to your tape llegara a cobrar, pues en redes sociales el mensaje original se está perdiendo peligrosamente, dando lugar a innumerables memes de la frase mencionada. Pareciera que al igual que en la trama, estamos dejando de ver lo importante.

En general, considero una fuerte llamada de atención a los actores de la sociedad que se ven involucrados en la crianza y educación de adolescentes para reforzar su compromiso, su atención y su comunicación. Grandes problemáticas y tragedias que podrían ser evitadas, vidas que están culminando cruelmente mientras usted lee estas letras, podrían ser disminuidas a partir de confianza y comunicación efectiva, canalización profesional adecuada y una intervención integral.