Quienes hicieron el mayo francés exigieron e hicieron lo que para muchos parecía imposible: cuestionaron, actuaron y tuvieron injerencia en su presente y en el futuro de quienes venían detrás de ellos

En pocas semanas se llevarán a cabo las elecciones presidenciales y en varios estados habrá también elecciones locales. Ante este hecho, y todo lo que conlleva, surgen dos interrogantes que, me atrevo a decir, se encuentran veladas en las discusiones diarias, tanto en las casuales como en las mediáticas sobre nuestra actual situación como país. 1) ¿Qué podemos esperar? y 2) ¿Qué podemos pedir?

Las respuestas aparecen prácticamente como contrarias. En cuanto a la primera, tengamos en cuenta que los problemas a los que como sociedad nos enfrentamos actualmente son procesos que no se modifican de un día a otro, ni dependen de tal o cual personaje. Si consideramos que se trata de situaciones cuya resolución requiere de proyectos a mediano y largo plazo que implican la participación y compromiso de diversos agentes, pronto llegaremos a la conclusión de que lo que podemos esperar tras las elecciones con el nuevo presidente de la república será un panorama bastante parecido al actual.

Quisiera aclarar que las problemáticas que tengo en mente son específicamente aquellas a las que la población mexicana se enfrenta desde hace un par de sexenios: léase el crimen organizado, la violencia derivada de la llamada “Guerra contra el narcotráfico” y la violencia basada en el género, por nombrar tan solo las más cruentas.  Frente a estas situaciones, las cuales se han convertido en el día a día de muchos de nosotros -se trata de fenómenos sumamente complejos cuya constitución, pese a parecer reciente, tomó varias décadas-., Frente a ellas ¿qué podríamos pedir ahora a los candidatos y en unos meses al presidente electo?

Retomo una de las tantas frases surgidas durante el movimiento estudiantil conocido como “el Mayo francés de 1968”: “Seamos realistas, pidamos lo imposible” (Soyes realistes, demandez l’impossible) , ésta me parece la consigna tendría que guiarnos como ciudadanos durante esta coyuntura electoral –al decidir y emitir nuestro voto- y posteriormente al darle seguimiento. Recupero el ejercicio político del 68, pues se cumplieron el mes pasado 50 años de su inicio, y es hoy en día una lucha igual de pertinente, en términos de la actitud de aquellos jóvenes frente a su realidad, frente aquello que se les presentaba como supuestamente dado e inamovible.

En general -y retomando las palabras de Hermann Bellinghausen en su artículo para La Jornada “¿Fue traicionado el 68?”- las ideas imperantes entre quienes hicieron de éste un año memorable para los movimientos sociales en occidente, giraban en torno al desagrado de su situación -llámese autoritarismo, comunismo-, así como la inconformidad ante las formas de representación política heredadas. No se trató sólo de una revuelta sin sentido, sino de una lucha necesaria, posterior a estas movilizaciones cobraron fuerza los movimientos feministas y de diversidad sexual, por ejemplo.

Quienes hicieron el mayo francés en específico -además de otros movimientos coetáneos y posteriores- exigieron e hicieron lo que para muchos parecía imposible: cuestionaron, actuaron y tuvieron injerencia en su presente y en el futuro de quienes venían detrás de ellos.

Así, seamos realistas, conozcamos qué está pasando en el país, seamos críticos implacables -como lo fueron los partícipes de aquel mayo y que fueron sólo la mecha que inspiró a muchos más movimientos estudiantiles, entre ellos el de nuestro país-, pero ante lo desalentador de lo que impera, atrevámonos a pedir lo que pareciera imposible: vivir con dignidad y sin miedo. Atrevámonos también a comprometernos y trabajar porque ese sea nuestro futuro.

Foto 1: André Cros, Manifestaciones estudiantiles, 1968.  [CC BY-SA 4.0 (https://creativecommons.org/licenses/by-sa/4.0)], via Wikimedia Commons

Foto 2: André Cros, Noche de disturbios, 1968.  [CC BY-SA 4.0 (https://creativecommons.org/licenses/by-sa/4.0)], via Wikimedia Commons