¡Entonces, ¡oh mi belleza! Dile a los gusanos

Que te consumirán a besos,

Que yo he conservado la forma y la esencia divina

De mis amores descompuestos

Una carroña, Charles Baudelaire

“No me considero artista, yo dibujo. El dibujo me da la oportunidad de explorar cosas que la realidad no me da, cosas como los sueños, el horror, la muerte” dice, pensativo, Ignacio Martínez (1gna5io). Estamos sentados en un escritorio de la biblioteca de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, campus Centro Histórico. Detrás del cristal que nos separa de la calle, se mira el infinito correr de los autos. Además de ser fotógrafo y de dedicarse a la gráfica, Nacho también es gestor cultural en (de)formación; actualmente finaliza la licenciatura en Arte y Patrimonio Cultural impartida en esta institución.

La muerte como principio y fin: Taxidermia fantástica

Un colibrí yace bocarriba. En la quietud de su cuerpo se adivina la muerte; irremediable como la disección que le atraviesa el cuerpo. Una escena desoladora si no fuera por lo que encontramos dentro de él: flores y algunas ramas surgen de entre las costillas. La muerte más allá del fin absoluto: la posibilidad de principios, un ciclo infinito.

La admiración de Ignacio por los dibujos científicos del siglo XVIII y una profunda reflexión sobre la muerte se conjugan en Taxidermia Fantástica; una suerte de tratado artístico que desde finales del 2015 rige su obra. Se trata de una apuesta por reivindicar, desde el dibujo, conceptos como la vulnerabilidad, el horror, la fealdad y, por supuesto, la muerte. Ignacio denomina su trabajo como necroilustración.

“Vivimos absortos en nuestra realidad, no pensamos en que en algún momento moriremos y entregaremos nuestro cuerpo […] Taxidermia fantástica es una apología de la muerte y la putrefacción, es aceptar ‘soy un ser finito, algún día seré un cadáver en putrefacción’ y encontrar encanto en ello” comparte el autor.

En una de sus ilustraciones, Ignacio nos muestra a un lobo echado, atravesado por una flecha. Del centro de su cuerpo diseccionado, surge la vida. El que fuera animal feroz y fuerte, se revela frágil e indefenso: metáfora de la vulnerabilidad que todos llevamos dentro y que pocas veces mostramos a los demás.

Como si nos adentramos a una de las salas del Museo de Historia Natural, las ilustraciones de Ignacio nos muestran animales que juegan con nuestra concepción de naturaleza. Espejo de miedos y certezas. ¿Vivos o muertos? Taxidermia es el oficio de de disecar animales para conservarlos con apariencia de vivos. Para ello se realizan cortes y se retira la piel. Miramos el exterior de ellos y solo imaginamos el interior.

El diseccionar a los protagonistas de sus dibujos, nos cuenta Ignacio, es ir más allá de lo visible, es entrar a el mundo interior, el contenido de algo, aquello que emerge después de la muerte. Se trata también de una metáfora: “De repente nos ahogamos en las emociones, al momento de sacarlas puede producirse algo bello aunque ello implique tu propia destrucción”.

En otro momento miramos a una rata recostada en forma de media luna. Lejos de producirmos miedo o asco, transmite, quizá, un poco de tristeza. “La fealdad tiene mucho que dar” dice el autor. La naturaleza encarna horror, y no es más que nuestra percepción. Mirar al fondo de las cosas (el interior de la rata, de donde emergen flores) es también romper con la dicotomía de belleza y fealdad.

 

“Dibujo para apropiarme y afrontar mi propia muerte” afirma Ignacio. Con Taxidermia Fantástica busca crear un impacto en sus espectadores; causar incomodidad, inquietud y a la vez provocar un sentimiento de identidad, encontrarse con las propias emociones y abrazarlas.

Del cartón a la tela, dónde se dibuja

Una de las características de estas ilustraciones es que son realizadas con tintas sobre cartón reciclado, como los que envuelven a los comics. “Es como darle una segunda vida, una segunda oportunidad al papel”. El color de la tinta es negro, apelando a un resultado sobrio y libre para ser coloreado a la imaginación de quien lo observa.

Como una alternativa frente a los escasos y poco accesibles espacios para difundir la ilustración, Ignacio, junto a su hermana Laura Martínez, funda en 2012 Niño Calavera, proyecto que “vincula la ilustración con el textil a partir de impresión análoga como la serigrafía, experimentación”.

Después de ires y venires a través de los años y las experiencias ganadas, Niño Calavera se ha re-configurado hasta llegar a ser lo que es hoy. Bajo el término de “ilustración sensible” se propone obtener no sólo un dibujo o una prenda; adquieres los dos: un híbrido, “vives la ilustración, la portas en una playera o una bolsa”.

Niño Calavera se presenta en bazares de diseño en la Ciudad de México, sin embargo, tiene claro que ésta unidad comercial no debería ser el único modo de difusión para el trabajo de artistas emergentes.

Dibujar nuevos espacios

No basta con ser un ilustrador creativo, hay que ser, sobre todo, un ilustrador crítico. La lógica de los bazares no siempre resulta ser el canal más efectivo para promover la ilustración, puesto que muchas veces se trata de espacios ocupados por los mismos ilustradores y por el mismo público. Esto estanca, en lugar de poner en circulación, el trabajo de los ilustradores emergentes. Además de que los temas abordados y los problemas a los que se enfrentan quienes ilustran suelen recibir poca atención.

De ahí que Ignacio haya decidido unir fuerzas con colegas de la UACM para dar vida a algo distinto: el Museo Virtual de la Ilustración Contemporánea de la Ciudad de México (MUVICC). Se trata de un museo particular, uno en donde, más allá de la mera exposición de objetos, se genere oferta cultural y educativa, donde se fomenten la reflexión, el diálogo y la investigación en torno a la ilustración, disciplina artística tan seria como cualquier otra. Un museo en donde, además, los visitantes puedan asistir cuando quieran, aprovechando lo mejor de los dos mundos, la accesibilidad del mundo digital por un lado y la interacción frontal de las actividades de un museo físico, por el otro. Un proyecto al que definitivamente hay que seguirle la pista.

El equipo organizador está conformado por Avilinia Reyes, Cecilia García, Jessica Olvera, Alejandra Hernández, Alejandro Nutes, Francisco Olvera, Janeth Cerqueda, Monserrat González y por Ignacio Martínez.

Actualmente el MUVICC se encuentra recopilando el trabajo de ilustradores de la Ciudad de México para que formen parte de su sala permanente, cuyo tema eje será la contemporaneidad de la ciudad y de la ilustración. Pueden checar la convocatoria aquí: https://goo.gl/5vUMmV. La inauguración oficial del museo se llevará a cabo el 28 de noviembre en el Museo Carranza, en punto de las 4:30 pm.

Ignacio es un ser multifacético, profundo como sus reflexiones en torno a la muerte, versátil como sus diseños y soportes, y apasionado por su quehacer como necroilustrador y gestor. Si vamos a entender y promover perspectivas nuevas y fuertes en torno a la cultura, necesitamos que en el ámbito cultural más personas como él sean quienes lleven la batuta. Le agradecemos infinitamente la entrevista.

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Susana y Humberto

 

 

*** El crédito de la foto principal es de Emmanuel Flores. Clic acá para acceder a su cuenta de Instagram ***