Yo soy yo y mi circunstancia y si no la salvo a ella no me salvo yo

José Ortega y Gasset

Cuántas palabras dormitan en la posibilidad, en las reflexiones que se gestan hoy para ser escritas mañana. Revista Baladí surgió cuando un amigo filósofo le dijo, así como si nada,  a otro amigo diseñador… “¿y si hacemos una revista?” No sabían a bien en qué se estaban metiendo, ni mucho menos en qué nos metían a quienes nos invitaron después. Han pasado muchos meses y hemos aprendido montones de cosas. La primera: soñar no es suficiente.

No somos ya quienes comenzamos el proyecto: chavos de diecinueve años, emocionados al estudiar los primeros semestres de la universidad. Cinco años de aprendizaje, reflexión y decepciones nos separan de ellos. Trás finalizar una licenciatura del área de las humanidades/ciencias sociales e insertarnos en el campo laboral, notamos lo que nuestros padres tanto nos dijeron cuando decidimos nuestra profesión: es difícil vivir de esto. Basta revisar las bolsas de trabajo, mirar en las noticias cómo el Estado recorta el presupuesto destinado a la Cultura o enterarse, con el corazón estrujado, que algún colega brillante, desesperado por no encontrar chamba, decide comenzar a trabajar como vendedor en un almacén transnacional.

A veces parece que nos encontramos en la encrucijada de decidir entre hacer lo que a uno le gusta o trabajar en algo que sí nos retribuya económicamente. Lo ideal, claro, es que ambas sean una misma y, como se dice, vivamos de lo que amamos hacer. Revista Baladí es una apuesta a ese sueño. Hoy, primero de mayo, creemos pertinente hablar sobre el trabajo cultural; sus precariedades pero también las posibilidades que éste representa. La oportunidad de compartir lo que reflexionamos, de cuestionar y desmenuzar problemas sociales, políticos y  culturales.

Aquí es donde nos posicionamos, en la búsqueda de ejercer nuestra profesión y desde esa trinchera, contribuir a mejorar nuestra realidad. Seguimos trabajando en nuestro sueño: que Revista Baladí sea un proyecto sostenible, que las humanidades, artes y ciencias sociales sean valoradas en el cotidiano, que el trabajo nos humanice y nos dignifique. Sin olvidar que más importante que la anhelada meta, es el camino que recorremos para llegar a ella. ¡Gracias por acompañarnos en la travesía, queridos/as lectores/as!