A veces siento que la realización cinematográfica y el ser mujer, son cosas excluyentes

Me gustaría poder tener una varita mágica y conseguir respuestas exactas al alcance de la mano, pero no la tengo. Me limito, como la mayoría de los mortales a hacer meras especulaciones, y, a veces, tratar de contestarlas al alcance de un click.

A veces siento que la realización cinematográfica y el ser mujer, son cosas mutuamente excluyentes. Levanto la vista en el salón de clases y me doy cuenta que somos mucho menos mujeres que hombres. Quizá sea por eso que no conocemos el trabajo de mujeres cineastas. Te invito a que te sumes al reto: piensa en una mujer directora de cine (cri cri, cri cri). Con un poquito de suerte,  y si no escuchas los grillos, estás pensando en no sé… Sofía Coppola o en Kathryn Bigelow, quien se convirtió en la primera mujer en recibir el óscar a mejor dirección. La primera y la única en haber recibido esta distinción. Sólo una, en los casi noventa años que tienen los premios de la academia. ¿Por qué pasa esto?

Puede que haya varias respuestas a esta cuestión, y aunque poco a poco hay más participación de las mujeres en el séptimo arte, la verdad es que durante varios años más continuará siendo un cine casi marginal, y las producciones hechas por mujeres seguirán siendo muy pocas en relación con las realizadas por el género masculino. Supongo que tiene cierto macabro sentido, ya que a final de cuentas el cine es el reflejo de la realidad.

Éste no pretende ser un artículo top ten-dista con una lista interminable de nombre de grandes mujeres directoras de cine; de esas listas hay un montón en la red, y que valen la pena ser leídas. No me atrevo a embarcarme en semejante tarea titánica como esa; pero sí quiero poner sobre la mesa al menos tres esbozos de mujeres que, en mi opinión, merecen la pena salir del baúl de los recuerdos y no volver a a él nunca más.

1. Alice Guy o Alice Guy Blanché

En la historia del cine no se menciona -y si lo hace, su nombre  nunca ocupa más de un renglón de escritura- sin embargo, esta señora fue la primer cineasta de la historia. PUNTO. No fue la primera mujer cineasta, sino la primer cineasta (de toda la historia del cine), sentando las bases del cine argumental y de la narrativa cinematográfica. Antes de Méliès, antes de Griffith,  antes de Porter. Sin embargo, su trabajo no es siquiera valorado ni aun puesto en consideración con el trabajo de los otros, aun cuando todos ellos tienen grandes influencias del trabajo de Guy.  ¿Por qué los historiadores de cine decidieron olvidarla? ¿Es por qué los historiadores de cine son todos hombres? ¿Fue acaso un simple error de dedo? ¿Una equivocación que se han tardado décadas en tratar de  enmendar?

2. Agnès Varda

Continuamos con otra francesa que hizo historia dentro del cine poco más de cincuenta años después de Guy. Comparten ciertos lugares comunes del olvido, aunque Varda goza de mayor fama y sus películas son decididamente más vistas. Sin embargo, en la historia del cine, casi nunca se menciona, y si lo hace, su nombre está después del hombre que fuera su esposo durante muchos años, hasta la muerte de éste: Jacques Demy. Juntos formaron parte de la generación de cineastas que se dio a conocer gracias a la nouvelle vague; y aunque Varda fue la única mujer figurante en esa corriente cinematográfica, ni siquiera eso le fue suficiente para que su nombre sea recordado. Varda es reconocida ampliamente por su trabajo como documentalista y pionera del cine feminista. No está de más mencionar que sigue viva y que en los últimos años ha sido objeto de diversos reconocimientos de toda índole.

3. Leni Riefenstahl

Sin duda el caso y la mujer más complejos. Supongo que la amas o la odias. O al final decides que no puedes odiarla porque su brillante trabajo se enmarca en la situación sociopolítica que le tocó vivir. Leni Riefenstahl fue la directora de Triunfo de la voluntad, cavándose ella misma su tumba en el olvido al ser militante del Partido Nacionalsocialista. Su colaboración con Hitler dio frutos en el macro documental  Olympia sobre los Juegos Olímpicos en Berlín de 1936, que se convirtieron en los primeros juegos olímpicos en ser filmados. Su contribución a la historia del cine se basa también en avances en la narración cinematográfica y en la innovación de técnicas: como ciertas angulaciones de la cámara, el uso del ralentí y diversos motivos, que utilizaba con gran maestría para continuar en imágenes el discurso hitleriano de grandilocuencia.

El cine, a final de cuentas, es un reflejo de la sociedad. La situación de la mujer dentro de la industria cinematográfica es la misma que la de las mujeres en el sector empresarial, político, etc., misma que no cambiará si no cambia la sociedad en general. No importa si es a paso lento, como ha sido hasta ahora, sino fuerte y decidido.