La abuela aprendió a trabajar, cocinar, servir y valerse por sí misma desde sus primeros años en lugar de leer y escribir en un salón de clases. A diferencia de ella, tuve el privilegio de ir a la escuela, en primer año, una maestra le dijo a mamá que era de lento aprendizaje porque no me quedaba sentada y quieta frente al pizarrón. En segundo fui sacada del salón “por hablar mucho” y en las reuniones familiares me respondieron con frases como “mejor vete a jugar” si preguntaba sobre lo que hablaban.

Podría seguir narrando ejemplos, seguro en su mente se dibujaron otros de sus infancias o adolescencias, en donde adultos tuvieron la primera y última palabra. Tal vez hasta se identificaron conmigo, si no es fácil ser mujer, menos niña y adolescente en contextos donde además de dominar el orden patriarcal, prevalece la lógica adulta. “Siempre hemos vivido en una sociedad patriarcal… el típico ejemplo en el kínder, en que los niños utilizaban el 80% del patio para jugar futbol y a las niñas nos ponían en un pedacito chiquito para jugar con las muñecas”, cuenta Deyra de 16 años.

Entonces, las niñas no sólo tienen que lidiar con el machismo o la misoginia, también con adultos que creemos saberlo todo desde el argumento de la experiencia dada por el paso del tiempo, es decir, con nuestros adultocentrismos. La edad no es una garantía absoluta de conocimiento ni la vida es proceso lineal que todas y todos vivimos de la misma manera. Las infancias y adolescencias no sólo son etapas o fases en la evolución humana, también son espacios sociales habitados por niñas y niños, nos dice la socióloga española Lourdes Gaitán.

Ellas son Deyra (16 años), Dalma (12 años), Rox (10 años) y Jani (14 años); niñas y adolescentes integrantes de la Colectiva Niñas en Resistencia, quienes han decidido organizarse mediante sus conexiones a internet y celulares para participar en “temas de adultos”, de “los que saben” como dicen ellas. En sus palabras y experiencias cotidianas, cuentan que resisten contra el patriarcado, el cual les ha impactado desde que nacieron y decidieron ser mujeres y, se organizaron ante el adultocentrismo, porque “también está en las colectivas”.

Las niñas existen y resisten porque participan

Las niñas existen y resisten. Existen como mujeres habitantes de una etapa y espacio particular, lo hacen como pueden y no muchas veces como quieren, dada la situación social de inseguridad, y ante esto, la protección de sus madres, padres o cuidadores. Dicha protección es imprescindible porque además es uno los principios de la CDN (Convención sobre los Derechos del Niño) en los artículos 8, 19, 34, 36, 16 y 17, los cuales se centran en combatir las formas de abuso, violencia, explotación, invasión de su privacidad e identidad.

Sin embargo, ¿qué pasa cuando los adultos al proteger, eclipsan su participación? Es ahí cuando resisten en lo cotidiano y en el momento en que el patriarcado se cruza con el adultocentrismo. Frente a esto, Deyra, Dalma, Rox y Yani conforman una colectiva hecha por y para niñas, así como adolescentes. No todas se conocen de forma personal porque viven en diferentes partes de Chihuahua y una de ellas, en el Estado de México, así que con ayuda de las tecnologías han ejercido sus derechos a ser consultadas, a la libre expresión y asociación de acuerdo con los artículos 3, 12, 13 y 15 de la CDN.

La colectiva fue idea de Dalma y una amiga, Dalma propuso el nombre Niñas en resistencia porque para ella, dicha resistencia es “cuando no quieres algo o no quieres hacer algo y te resistes, evitas…”. Rox señala que resistes a algo para “después cambiarlo”. Tanto Dalma como Rox comparten que también la resistencia es soportar y, en este caso, “soportamos el patriarcado”, menciona Rox.

 

Patriarcado y adultocentrismo: Un dúo peligroso

Para ellas, el patriarcado es aquello que han vivido en la primaria, “a veces tratan mejor a los niños que a las niñas, y es algo que me molesta mucho porque hablan de que podemos ser iguales… para qué nos enseñan la igualdad si ellos no lo van hacer [adultos]”, cuestiona Rox. Sin embargo, también reconocen al machismo, “el patriarcado, dicen mucho que no existe, porque las mujeres tienen las mismas posibilidades, pero no es así. El patriarcado está en las calles desde que te chiflan, te piropean y hasta en las familias, o sea de que todavía hay familias muy anticuadas en las que solo porque eres mujer, no puedes hacer tal cosa, eso también es machismo, sexismo y violencia de género. Es diferente”, sentencia Yani.

En este sentido, se indignan ante la falta del reconocimiento del patriarcado y de su presencia en las familias propias cuando las minimizan por ser mujeres y “chiquitas”: “eso que dice Yani, tiene razón, porque luego te dicen <tú eres la niña, tú no puedes>, pero no le puedes decir nada porque es tu familia”. No obstante, han encontrado en su voz una herramienta para existir, “Cuando a mí me hacen menos no me quedo callada, porque no dejo que me traten de esa manera… por ser niña. No por ser una mujer yo no puedo opinar sobre algo, incluso por ser chiquita, tampoco, si comprendes el tema puedes opinar…”.

Rox es clara y contundente, no se queda callada por ser niña, también defiende que hijas e hijos tengan pensamientos distintos a los de sus madres y padres o que deseen unirse a una colectiva: “no por ser niño no puedes pensar algo avanzado o a la mejor, algo que no piensen tus papás. Mejor pregúntales antes de decir, <tú no sabes eso, porque eres niño>. Para ella, el adultocentrismo es cuando los adultos subestiman o niegan las opiniones de las niñas y los niños.

Dalma encuentra el adultocentrismo cuando los adultos le dicen “tú no puedes opinar porque estás chiquita” o en el día en que le preguntaron, “¿No estás muy chiquita para ser feminista?“, lo cual identifica como “un topecito” para que más niñas se sumen al feminismo. Si bien, a Rox nunca le han cuestionado su ser niña feminista, señala su molestia ante estas interrogantes porque, “tú puedes decidir lo que quieres, eres una persona. Si sabes más del tema, puedes entrar, y no porque tú papá te diga… <No te metas, es que pasa esto…>, pero no entiendo cuál es la razón si siempre van a querer lo bueno para su hijo y si tu hijo piensa de otra manera, tienes que aceptarlo porque no puedes obligarlo a pensar [igual]”.

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Ellas son de las integrantes más activas de la Colectiva Niñas en Resistencia, en julio compartieron a través de Facebook un video en contra de la aprobación del Pin Parental y en agosto, formaron parte de la Alianza #NoAlPinParentalCUU junto a otras colectivas frente a la aprobación de esta iniciativa en temas de educación, salud y sexualidad. Dalma, Deyra, Rox y Yani son niñas y adolescentes mexicanas que cuestionan nuestros adultocentrismos gracias a su forma particular de existir y resistir, con el fin de seguir protegiendo a las infancias (“A las niñas no se tocan”), pero también de exigir que se participe junto a las mismas, se les escuche y jamás se les deje de preguntar.

Itzel Lugo

Mujer, comunicóloga por la UNAM, aprendiz de las infancias y la vida cotidiana. La curiosidad me ha llevado a escuchar, escribir historias y ser tallerista de niñas y niños para aprender junto a ellas y ellos otros modos de investigar. Actualmente, coordino la “Escuela de periodismo para niñas y niños”, así que busco colaborativamente abrir espacios intergeneracionales en donde las voces infantiles sean las protagonistas. Tengo una maestría en ciencias sociales, me encantan los gatos y el verde es mi color.

 

Instagram: @lugnares