El sistema político electoral está diseñado para no permitir la participación de actores sociales que no provengan de una línea partidista o con poder económico e influencias, siempre se fortalece a los partidos políticos y con ello se debilita e invisibiliza a las candidaturas independientes y a la participación de la ciudadanía
Por María Lachino, licenciada en Bibliotecología por la UNAM, activista política y fundadora del proyecto radiofónico por internet Voz en Alto Radio.
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Durante el pasado Proceso Electoral de la Ciudad de México participé como aspirante a candidata independiente para ser Diputada del 18 distrito de la alcaldía de Álvaro Obregón. Aunque no juntamos las firmas necesarias, vivir esta experiencia fue algo enriquecedor en muchos sentidos; hoy haré un breve recuento de esa aventura.
Los obstáculos iniciaron desde que el Instituto Electoral de la Ciudad de México nos solicitó conformar una asociación civil; además de la apertura de cuentas bancarias, el diseño de un logo, el llenado de documentos de registro, la renta de una casa de campaña y a partir de ahí esperar para que el Distrito Local le diera el visto bueno a nuestro registro.
Tras dos semanas de espera nos autorizaron para recolectar las firmas, o, dicho de otra manera, para proceder a la obtención de apoyo ciudadano. Es importante mencionar que no contábamos con un ejército de voluntarios, ni mucho menos con grandes recursos económicos. De hecho, yo asumí gran parte de los gastos de campaña, utilizando algunos ahorros que tenía y que se fueron acabando poco a poco, ya que el Instituto Nacional Electoral no ofreció ningún apoyo en recursos económicos para los aspirantes a candidatos independientes.
El domingo 17 de diciembre de 2017 organizamos nuestro primer evento para dar a conocer la candidatura independiente. A él asistieron mis vecinos, amigos y gente que conocimos por medio de las redes sociales. Ofrecí mi primer discurso ante las treinta personas que se juntaron. Recuerdo que me temblaban las manos, las piernas y creo al final se me cortó la voz; estaba muy emocionada y contenta porque mi familia estaba ahí, pero también porque muchos de mis amigos y de los que por primera vez veía y conocía confiaban en este proyecto político.
Así inició esta travesía. Recorrimos la mayoría de las colonias que conformaban el Distrito 18 en Álvaro Obregón. Al pasar los días, nos dimos cuenta que no era tan fácil, pero nunca perdimos la esperanza, la pasión ni el corazón con que decidimos empezar este proyecto. Por mi mente siempre pasaba Emprendí esto, así que debo terminarlo.
Todos los días visitamos una colonia. Nunca fueron barrios desconocidos, muchos de ellos ya los habíamos recorrido en los trabajos comunitarios que realizamos con anterioridad. Las problemáticas o necesidades de los ciudadanos no me eran ajenas, de hecho las entendía perfectamente, las vivía a diario, las sufría, las padecía: violencia, drogadicción, rezago educativo, corrupción e impunidad.
Al transcurrir los días se volvían más complicados los recorridos: había gente que me atacaba con preguntas, que nos cerraba la puerta y algunos nos decían: todos son lo mismo. A nuestro parecer, eran entendibles su respuestas y su comportamiento, para ellos la política era una basura, nos contaban que todos los anteriores “políticos” los habían usado, se habían acercado para pedirles su voto el día de las elecciones y después se olvidaron de ellos. ¿Cómo podía competir con ese discurso y acción de quienes habían venido antes? Era difícil, pero no imposible, tratamos de ofrecer un discurso diferente e incluyente, y mencionar mi trayectoria anterior en proyectos comunitarios.
Una de las limitantes de la recolección de firmas fue la de no dar propuestas de campaña, la legislación electoral me lo impedía porque no era candidata independiente era sólo aspirante, habiendo un gran abismo entre ambas cosas.
En fin, las cosas se complicaron mucho más en las colonias, los que se hacían llamar líderes de territorio se acercaron y trataron de persuadirnos para que les compráramos firmas, lo cual siempre rechazamos. Y no sólo fue eso, padecimos demasiada violencia política. Un día en la colonia Golondrinas en Álvaro Obregón a mis compañeras voluntarias y a mí nos asaltaron con una pistola, nos corrieron de la colonia y nos quitaron los equipos celulares con los cuales recolectábamos las firmas.
Muchas veces pensamos en desistir, cada vez se complicaban más las cosas, pero la necesidad de hacer un cambio nos hacía levantarnos y creo que nos dio mucha fuerza la confianza y las palabras de personas que nos decían: “Les doy mi firma porque confío en ustedes, sólo no se olviden de nosotros”; “Nos da gusto que jóvenes como ustedes se interesen en la comunidad”.
Los días transcurrían y el dinero se nos acababa, no recibimos donación de ninguna institución, ocupamos papel craft para hacer nuestros carteles; nos limitamos a imprimir sólo 2000 mil volantes y algunas playeras. Tratamos de optimizar en todo momento nuestros recursos económicos. En los días de la recolección de firmas caminamos más de ocho horas. No sólo era recoger una firma; la misión era informar, sensibilizar y convencer. La mayoría de las personas no sabían qué era una candidatura independiente, todos pensaban que las firmas eran para generar un nuevo partido político. Algunos nos preguntaban el motivo del porqué no traíamos banderines, bolsas, gorras y hasta guaruras o escoltas, es decir, gente que nos acompañara en los recorridos. Les explicamos que parte de la candidatura independiente era romper el esquema de hacer una campaña política tradicional.
Queríamos hacer de la política algo diferente, jamás llegamos con promesas a alguien, ni a ofrecer cosas que no pudiéramos dar, nuestra propuesta y discurso fue inclusivo y siempre desde una metodología participativa, es decir, construir desde abajo a partir de las experiencias y dejar claro que no se avanzaría en la resolución de las problemáticas sino trabajábamos de manera conjunta y con la intervención y participación de todos.
Nuestra lema siempre fue: organización, participación y acción. Así lo aprendimos cuando iniciamos el trabajo con las organizaciones indígenas hace muchos años, construir desde abajo, y que hacía referencia al método de trabajo desde el enfoque de grupos operativos de Pichon Riviere, del cual soy fiel partidaria.
Al acercarse la fecha de la recolección de firmas no habíamos alcanzado todavía más del 70% del total marcado por el instituto electoral. Cada vez la gente era más incrédula, los vecinos estaban amenazados por sus líderes para que no apoyaran a ningún otro candidato independiente o partido político diferente del que gobernaba en ese entonces, el PRD. Otro obstáculo importante fue la tecnología de los celulares, muchos de los equipos de los voluntarios no eran compatibles con la aplicación OPL (Apoyo Ciudadano) del Instituto Nacional Electoral. Esto sin duda, nos perjudicó, tuvimos que comprar celulares, el dinero se acababa.
Se aproximó el final, los últimos días decidimos terminar el ejercicio de recolección de firmas en mi colonia, estábamos tristes, sabíamos que había sido imposible juntar todas las firmas requeridas. El último día de trabajo a las diez de la noche una familia entera fue a mi casa para darme su firma y apoyarnos, eso no lo voy a olvidar nunca.
Los pocos que conformamos este equipo estábamos desanimados al principio, pero después de hacer un análisis pudimos darnos cuenta que hicimos lo propio y fue una experiencia que sin duda en mi caso, me gustaría volver a repetir. Nos dimos cuenta que hay nuevas formas de hacer política, de hacer una campaña austera y sin generar ningún compromiso, salvo el de apoyar y sumar.
¿Qué reflexión nos dejó esto? El sistema político electoral está diseñado para no permitir la participación de actores sociales que no provengan de una línea partidista o con poder económico e influencias, siempre se fortalece a los partidos políticos y con ello se debilita e invisibiliza a las candidaturas independientes y a la participación de la ciudadanía. Creo que el reto de las instituciones electorales será flexibilizar los mecanismos de participación, ponerlos al alcance de los ciudadanos comunes que ven en las candidaturas independientes una vía real de participación efectiva.
María Lachino fue Asesora Externa en la Comisión de Pueblos y Barrios Originarios y Comunidades Indígenas de la Asamblea Constituyente en la Ciudad de México y Coordinadora Regional en la Secretaría de Educación del Gobierno de la Ciudad de México en la Dirección de Educación Inclusiva y Complementaria. Es Directora Nacional del Observatorio de Inclusión Indígena. Relatora en el Foro de consulta con las organizaciones de la Sociedad Civil en preparación del informe XVIII-XXI de México sobre el cumplimiento de la Convención para la Eliminación de la Discriminación Racial en la Secretaría de Relaciones Exteriores. Consultora Externa de la Asesora en la Consejo Nacional de Fomento Educativo. Estudiante de la Especialidad de Análisis Político en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM.