Nuestras historias son valiosas, como valioso es tejerlas en conjunto. Esta es la segunda entrega de relatos y aprendizajes escritos por mujeres asistentes al Primer encuentro internacional de mujeres que luchan. Ellas nos narran cómo la utopía enmarcada en la frase otro mundo posible fue real y alcanzable en esos tres días del mes de marzo de 2018. Cuando alrededor de nueve mil mujeres se reunieron tras una convocatoria lanzada a las mujeres del mundo por nuestras compañeras zapatistas en Chiapas.

“¿Cómo es que las zapatistas lograron una convocatoria de tal magnitud sin recurrir a los medios masivos tradicionales de comunicación?,¿cómo hicieron para detener algunos días su cotidianidad?, ¿qué estamos haciendo nosotras para tejer redes así de fuertes?”, estas preguntas, producto de la reflexión de Gabriela Durán, encuentran eco en los pensamientos de otras compañeras que también asistieron y para quienes, la ORGANIZACIÓN (así en mayúsculas) que demostraron las mujeres zapatistas no dejó de sorprender. Y es que para algunas de nosotras era distante imaginar una comunidad basada en el trabajo colaborativo entre mujeres y hombres (que en esta ocasión fueron menos visibles). Donde la precariedad está presente  pero también los sueños en común, la resistencia y la lucha.

Cabe recordar que uno de los propósitos de esta recopilación es que aquellas mujeres que luchamos, y que no pudimos estar presentes, aprendamos desde diferentes miradas lo que implicó vivir este histórico encuentro. Además, mediante este ejercicio, Revista Baladí se suma a la propuesta zapatista de tejer redes de comunicación y organización entre mujeres, al abrir un canal y generar un enlace de experiencias, es por esta razón, y con autorización de las autoras, que anexamos la dirección de correo electrónico de cada participante.

6. 

Por Gabriela Durán Valis1

Llegué al Caracol Morelia después de veintidós horas de viaje en un camión lleno de mujeres tan parecidas y tan distintas a mí. Aunque el trayecto no fue precisamente cómodo, de alguna manera siempre encontraba consuelo cuando veía todos los asientos ocupados por complicidad, porque desde el momento en que acordamos que la versión que diríamos en los retenes militares sería: “Vamos a Palenque de viaje”, sabía que estábamos juntas en la palabra.

Como tuve tiempo suficiente para pensar durante el camino, reflexioné varias veces sobre las razones que me llevaban a estar ahí. En realidad, no tenía idea de cómo iba a funcionar todo y creo que nadie lo sabía. Solo tenía claro que había una larga lista de talleres y conversatorios, pero, ¿y el acomodo para dormir?, ¿y los baños?, ¿y la comida?, ¿y mis otras preocupaciones citadinas? Cuando por fin llegamos al caracol, el aplauso-grito colectivo nos llenó las gargantas y las manos, este muy pronto se transformó en expresión de sorpresa. Había veinte (o treinta o cuarenta) camiones estacionados y una fila eterna de registro. Confieso que en algún momento me pregunté si el caracol y su “infraestructura” (otra vez con la soberbia citadina-universitaria) nos aguantaría.

Lo que siguió nos calló las inquietudes a muchas. Sí, había una cantidad impresionante de mujeres. Sí, había filas para todas las actividades. Sí, eso implicaba que saliéramos de nuestro confort de autosuficiencia individual. Sí, eso también era un golpe de realidad porque, si las mujeres zapatistas habían logrado semejante cosa, no era más que el resultado de un largo proceso de lucha y resistencia organizada.

No me parece posible tratar de describir la amplia gama de actividades que se realizaron en el Primer Encuentro de Mujeres que Luchan. A grandes rasgos, y con la injusticia que implica tratar de hacerlo, podría decir que hubo cinco tipos de acciones: talleres, mesas de discusión, conversatorios, proyecciones y torneos deportivos (claro que habrá muchas personas que reclamarán que esa conceptualización burda no refleja en nada todo lo que pasó en aquel lugar del sureste mexicano).

Los temas que nutrieron nuestras inquietudes eran de muchos colores; descolonización, ginecología natural, elaboración de productos de higiene, menstruación, anarquía feminista, defensa de los territorios, reguetón, autodefensa, mujeres y periodismo… Más allá de todos los pensamientos que pudimos construir, de los abrazos que nos dimos, de los bailes que compartimos, de la digna rabia, de las lágrimas, del placer que nos daba estar allí, creo que la responsabilidad que cada una de nosotras se llevó consigo es la de pensar-hacer formas de luchar desde nuestros mundos, porque si el acuerdo es que nos queremos vivas, tenemos que construir realidades en las que sea posible caminar sin miedo.

El zapatismo es un referente de gran fuerza moral en la historia de la movilización social en América Latina y el mundo. Tratar de replicarlo como si fuera un manual, sería un error. ¿Cómo es que las zapatistas lograron una convocatoria de tal magnitud sin recurrir a los medios masivos tradicionales de comunicación?, ¿por qué no hubo reparos en la decisión de que fuera un espacio separatista?, ¿cómo hicieron para detener algunos días la cotidianidad?, ¿qué estamos haciendo nosotras para tejer redes así de fuertes? Espero encontrarme con más preguntas que me ayuden a pensar en voz alta sobre lo que sucedió esos días y, más importante para mí, que me permitan seguir luchando con esperanza.

1 Originaria de la Ciudad de México, estudió la licenciatura en Desarrollo y Gestión Interculturales en la UNAM. Actualmente es parte de la Colectiva de Cultura de Paz y No Violencia de la Facultad de Filosofía y Letras. Mail de contacto: mgdvalis@gmail.com

7. 

Por Lorena Mendez Barrios2

En este encuentro de mujeres que luchan me encontré con esas mujeres con las que yo tantas veces quería estar. Sentí de inmediato una empatía y unas ganas de llorar impresionantes, entendía la lucha y la sentía pero, verlas enfrente de mí, hablando, contando, te llega al alma, y durante la bienvenida fue muy difícil poder decir algo. Más bien, todas estábamos sintiendo… 

Ellas nos contaban cómo había sido todo en la clandestinidad, y cómo estaban cansadas de que se les murieran sus hijos por el mal gobierno. Cómo estuvieron solas tanto tiempo y solos tanto tiempo, sin nosotros, sin nosotras. Para mí fue un encuentro muy significativo. A parte, estuve con compañeras mías de la Lleca3 y compartir fue un placer; en cada momento que pasé con ellas, en el foro natural, cuando ellas preguntaban y yo escuchaba, me daba cuenta de lo que les interesaba, y eso para mí es muy importante.

En un evento de poesía donde una joven poeta chiapaneca que estudió literatura, leyó sus poemas, unas compañeras que estaban ahí, preguntaron al final de su presentación, que cómo le hacía la compañera para inspirarse. Entonces me dí cuenta que a ellas les interesaban los procesos de creación occidental, porque nosotras somos occidentales y finalmente traemos una escuela que se relaciona con el mundo de la estética occidental. Y eso se ha unido con lo que cada una, hemos podido construir desde nuestras resistencias como mujeres, desde la exclusión, desde la invisibilización, desde nuestra propia lucha, cada una con su historia en particular.

En el foro natural apoyé un par de veces porque no llegaban las compañeras invitadas a tiempo, y es que era imposible no perderse en esa ciudad maravillosa de mujeres. En esos momentos, tuve la oportunidad de acercarme más a las compañeras zapatistas, de hacerme amiga de algunas de ellas, de charlar, de jugar, de que se pusieran mi sombrero, de reírnos. Y cuando me tocó a mí compartirles mi taller, me di cuenta de que muchas de las compañeras que vamos de otros lugares necesitamos conocer sobre estrategias de trabajos con grupos. En mi presentación pude hacer una serie de ejercicios con el cuerpo y observé  que les gusta mucho a las compañeras zapatistas el trabajo con el cuerpo. Pienso que es una tarea de nostras atender los intereses de ellas, en este caso, los procesos creativos, desde mi formación que ahora es una deformación de la cual me siento bastante orgullosa.

En conversaciones, aprecié que las compañeras del extranjero a veces no valoramos lo que otras mujeres valoran: La organización. La organización en condiciones de precariedad. Sin duda, me hubiera gustado mucho que todas utilizáramos platos, que no utilizáramos unicel, que ayudaramos a las compañeras zapatistas a tirar la basura, que ayudaramos a hacer guardia. Creo que eso es lo que tenemos que hacer próximamente y, por su puesto, unirnos a la organización de las compañeras que no son zapatistas, o que son zapatistas por empatía, por decisión propia, aunque no lleven el pasamontañas, mujeres como nosotras, activistas, académicas, intelectuales, o anarquistas, que tenemos que unirnos al trabajo,a la organización que es muy fuerte. Yo creo que las compañeras zapatistas hicieron un trabajo increíble, que son un ejemplo de organización. Ellas no se quejaban, ellas siempre estaban esperando el tiempo de las presentaciones, siempre estaban acomidiéndose. Ellas estaban siempre trabajando.

Durante mi estancia en el encuentro, pensé que yo siempre estoy buscando mujeres como ellas, y que muchas de las veces siento que no soy tan comprensiva con las mujeres de la ciudad que tienen muchas distracciones y muchos intereses, como yo también los tuve cuando fui joven. Pero en ellas pude verme trabajando y resistiendo día a día y proponiendo, porque eso para mí es muy importante. Yo me llevo lo mejor del encuentro, les he dejado una propuesta de hacer un taller, estoy esperando que me respondan. Creo que todas debemos de abrir grupos de mujeres en la ciudad, para darle continuidad a esta maravillosa propuesta que las zapatistas han iniciado.

2 Activista y artista visual feminista. Dra. en Arte y Educación, Mtra. en Artes Visuales y Mtra en Estudios de la Cultura Visual. Profesora de la uacm. Co fundadora del Proyecto y Anti-método: La Lleca ( Performance – pedagogía de resistencia) . Desde  el año 2004 de manera continúa hasta el año 2018 trabaja en grupos complejos en calle, prisiones, fronteras y escuelas. Mail de contacto: mosytamx@yahoo.es

3 La Lleca significa “la calle”, es calle al revés; así fue como nombraron al colectivo donde colaboro, un grupo de presos, ahora expresos, en el año 2005, o a finales del año 2004.

8. 

Por Gabriela Q.4

Pensando en lo que me gustaría compartir de mi experiencia y en realidad en la posibilidad de verbalizar todo lo que sentí en el Primer encuentro de mujeres que luchan en el caracol cuatro: “El torbellino de nuestras palabras”, pude concretar las siguientes palabras que apenas son suficientes:

Para mí el viaje de ida fue cansado y largo, pero pienso que no tanto como el de muchas otras mujeres que asistieron o el camino que han tenido que recorrer las y los zapatistas desde el día que decidieron luchar contra el mal gobierno. Al llegar al caracol había muchísimas mujeres esperando entrar y esa fue la primera lección: saber que la paciencia  y la empatía con las otras es necesaria; pues la organización de tantas personas resulta una labor titánica. Quienes llegábamos debimos seguir las indicaciones de las compañeras zapatistas, pues estábamos de visita en su casa, la que han construido pasito a pasito. Al entrar nos recibieron ellas y los murales, ellas y las estrellas que no dejaron de brillar ni una sola noche.

El 8 de marzo despertamos muy temprano con música, calorcito y muchas expectativas del porvenir; en el mensaje de bienvenida nos compartieron sus testimonios de lucha, de la lucha por sus vidas; acordamos vivir y luchar. Luchar por nuestras vidas. Así como este, durante todo el encuentro hubo momentos que te enchinaban el cuero, que te provocaban un llanto incontenible, que te hacían reír o bailar, que te daban fuerza y otros más que te ponían a reflexionar sobre ti misma.

El resto de los días se impartieron muchísimos talleres, charlas y proyecciones de temas diversos en los que participamos todas; los hubo de ginecología natural, autodefensa, danzas de todos los tipos, serigrafía, mecánica de bicicletas, performance, bordado, etc. Cada una aportó sus conocimientos, sus sentires, sus dudas y dolores. Aprendí un poco más sobre la relación de las mujeres con las tecnologías y las tecnologías que ocupamos para las luchas: el rebozo, la bicicleta, la máquina de coser, el internet y las palabras. También aprendí a mirar mi cuerpo como la primera tecnología para la lucha y el primer territorio a recuperar, por eso la importancia de conocerlo, cuidarlo y defenderlo.

Luego de jornadas larguísimas de reflexión y construcción de saberes, llegó el momento de asumir con determinación la responsabilidad de mantener encendida la luz que se había prendido en nosotras esos días, para que al regresar a nuestros mundos y tiempos, encontremos  formas de dislocar los miedos y hacer, en colectivo. Para mí, el encuentro no es el hecho en sí mismo, es lo que sembró el encuentro, es una semilla como múltiples posibilidades de lucha y resistencia en potencia. Fue un oasis de amor y esperanza que nos ayudó a reflejarnos, a encontrarnos no sólo con otras sino con nosotras mismas; y nos permitió leer nuestra realidad como mujeres a partir de las otras.

La convivencia con las compas zapatistas me ayudó a entender que sus formas no son un ejemplo que hay que replicar sino una evidencia de que la organización, la resistencia y la lucha son posibles, desde nuestros tiempos, mundos y formas. Solamente me queda agradecerles a cada una de ellas por la creación de un espacio entre mujeres. Porque en nuestros tiempos, la violencia ha prohibido la complicidad, el amor, la ternura y la emocionalidad entre nosotras, y hay una necesidad muy grande de la existencia de espacios para que las mujeres nos escuchemos, nos sintamos y nos reaprendamos en colectivo y en lo individual.

¡Me siento acompañada, fuerte y segura de construir resistencia y lucha!

Soy Gabriela Quezada, mujer defeña de nacimiento. Estudié la licenciatura en Desarrollo y Gestión Interculturales, actualmente estoy escribiendo mi tesis sobre drones y apropiación tecnológica. Me gusta el color verde, andar en bici y los memes. Mail de contacto: ur.perine@gmail.com

9. Acuerdo zapatista

Por Jannet Flores Calzada5

Durante el 8 y el 11 de marzo, entre 5 mil y 8 mil mujeres que luchan, de casi 50 países, nos encontramos en la zona de Tzotz Choj de Chiapas. Específicamente el caracol Morelia: “Torbellino de nuestras palabras”, tierra zapatista, tierra que hace 14 años fue fundada bajo la autogestión y la autonomía. Fueron tres días de encuentro entre las mujeres que luchan. El primer día, siendo las 6 horas del 8 de marzo el grupo “Dignidad Rebelde” arrancó actividades con las mañanitas –“…la revolución nos llama un sol nuevo se verá, disparos de fusiles muy pronto se escucharán, sabemos que tu trabajo se dirige a nuestro pueblo…muy pronto nuevas voces gritarán que vivamos por la patria o morir por la libertad…”-.

A las 9 horas y se comenzó a visibilizar la capacidad organizativa de las compañeras zapatistas. En cada detalle del evento veíamos las alegres “Tercias compas” encargadas de sonido y video. Vimos correr y observar de un lado a otro a las milicianas quienes vigilaban cada punto del caracol para brindarnos seguridad del mundo exterior. Vimos a las compañeras de base asistir de forma ordenada y formadas para cada discurso de bienvenida o de cierre, siempre con un gesto sonriente. Vimos a las comandantas e insurgentas tomar el micrófono para mostrarnos la palabra colectiva de las demás mujeres. Vimos a las mujeres de las cooperativas preocupadas y ocupadas por tener alimentos que abastecieran a la multitud que asistimos. Vimos el nivel de profesionalidad en cada tarea asignada para cada una de ellas. Vimos a 2 mil zapatistas con una organización tremendamente magnífica en las cuestiones operativas, y también conocimos a las zapatistas que hacen teatro, música, baile y a la par son mujeres que luchan y por sus derechos y por los de su comunidad.

Ellas nos contaron a través del arte, la manera de cómo fue su incursión a la lucha política, el cómo han tenido que luchar contra el sistema capitalista y a su vez contra el machismo de sus mismos compañeros y el cómo han salido adelante. Finalizó ese primer día con una oscuridad iluminada por una vela encendida en la mano de cada una de las compañeras zapatistas, quienes nos dijeron que  esa vela era para nosotras, que nunca la apaguemos, y que cuando nos sintamos solas, cuando tengamos miedo, cuando sintamos que es muy dura la lucha, o sea la vida, la prendamos de nuevo en nuestro corazón, en nuestro pensamiento, en nuestras tripas. Muchas mujeres ahí presentes nos sentimos identificadas y algunas lágrimas se vieron caer, al mismo tiempo que nos abrazábamos.

LAS MUJERES EN EL MUNDO LUCHAN

El segundo y tercer día del encuentro, mujeres de todos los países nos compartimos cómo es que se lucha en cada una de nuestras trinchera, todas a su tiempo y a su modo; combatiendo el capitalismo, con formas nuevas de cultura de abajo y a la izquierda, llámese teatro, danza, música, poesía, cuentos, bailables, pinturas, fotografías, videos, ponencias, debates y los múltiples talleres sobre las nuevas autonomías. La interculturalidad fue el ingrediente principal en éstos dos días, sin embargo había algo en común: Identificamos como la violencia de género se da en todos los países a todos los niveles, sin importar el continente, la latitud o la geografía. Se visibilizó como esta violencia de género va acompañada de la opresión y la miseria que envuelve a los compañeros hombres de nuestra clase, y es por ello que debemos avanzar juntos por la emancipación de la mujer y la emancipación de nuestra clase.

Hubo una enorme cantidad de temas, por ejemplo: lucha mapuche, migración, educación sexual y aborto, Palestina, mujeres que luchan por sus hijos, las luchas en Grecia, Italia, Francia, despojo de tierras, minería, lucha en defensa del agua, feminismo en Cuba, agroecología,  educación antimachista, etcétera.

NO NECESITAMOS PERMISO PARA SER LIBRES

El ambiente que se respiraba era inspirador, éramos libres para bailar, cantar, llorar, reír, disfrutar, opinar, escuchar, ver. La música llenó en cada momento los espacios de por lo menos tres templetes y el patio principal, era alegre ver a tantas mujeres soltarse y sabernos parte de un espacio para nosotras. Todas las noches finalizaban con alegre rebeldía de la música y el baile, después un silencio parcial de 8 horas para dormir y despertar para seguir aprendiendo de las mujeres que luchamos. Vimos a mujeres llevar a vender sus creaciones de pulseras, anillos, playeras, alimentos, serigrafías, perfumes, jabones, carteles, etcétera.

¿Y… LOS HOMBRES?

Las compañeras zapatistas saludaron a los compañeros zapatistas “Los compañeros que se tuvieron que quedar para cuidar a nuestra familia, nuestros animales, nuestras casas, nuestros cuarteles, nuestros campos, y que estuvieron pendientes por si los malos gobiernos hacen alguna maldad contra el encuentro”. La tarea de todos los hombres fue la de resguardar desde afuera del caracol, así como desempeñarse en las labores de cocina de ellos y de nosotras, también fueron transportadores de las provisiones que hicieran falta dentro del caracol. No se les permitió la entrada hasta pasada las 20 horas y 36 minutos del 10 de marzo cuando terminó el encuentro de mujeres que luchan. Ellos ingresaron sin pasamontañas y sin paliacate, con rostro interrogante y alegre. Algunos se acercaban a preguntar qué si nos había gustado, cómo nos sentíamos, qué si aprendimos mucho. El grupo musical que cerró actividad en el caracol de Morelia fue de compañeros zapatistas.

Para mí, la conclusión que se reafirma después del encuentro de mujeres es la firmeza y claridad de luchar contra el capitalismo. La importancia de hacer conscientes a nuestros compañeros de la violencia de género y eliminarla día con día, a través de la cultura y de las nuevas convivencias sociales que se tienen que formar, pero sobre todo eliminar ésta base económica y luchar por una nueva. Me quedo con dudas acerca del posicionamiento de las zapatistas en temas como el aborto, la prostitución y de cómo enfrentan el machismo dentro de sus comunidades sin que ello los desenfoque de luchar contra el enemigo y creador principal: el capitalismo.

5 Jannet inicia su andar en la participación colectiva con la defensa de la seguridad y los derechos estudiantiles dentro de la Facultad de Química-UNAM,  con la frase: “Va, les ayudo únicamente a pegar carteles, porque en una asamblea no voy a hablar”. Jannet Flores, quien cursa la carrera de Química, inicia su participación política en 2014 en su facultad, posteriormente habla en asambleas por encontrar con vida a los 43 estudiantes de Ayotzinapa, en asambleas contra la reforma educativa en 2015, en campañas por apertura de intersemestrales y en defensa de las becas alimenticias, así como en marchas por innumerables defensas sociales, actualmente participa en la organización “Rebelión” y es parte de la Red Universitaria en apoyo al CIG. Marxista en formación y en práctica, con la bandera del feminismo por delante y luchando codo a codo con sus compañeros en defensa de la vida digna para jóvenes y trabajadores del campo y de la ciudad. Mail: janneta333@gmail.com

En resumen

El Primer encuentro internacional de mujeres que luchan permitió dar cuenta a las mujeres que luchamos que no importa el territorio que habitemos, todas venimos de una historia común donde la violencia y la marginalidad han sido recurrentes, al igual que las estrategias para combatirlas. De esta forma hacemos entre todas un compromiso para juntas dirigirnos a un futuro en conjunto donde, mediante la organización, la movilización, el amor propio, el cuidado y el reconocimiento entre nosotras, otro mundo sea posible.

 

Fotografía 1 por Dulce Daniela Cháves

Fotografía 2 por Yuleina Carmona

Fotografía 3 por Lorena Méndez

Fotografía 4 por Yuleina Carmona

Fotografía 5 por Dulce Daniela Cháves