Fotos: Brenda Martínez
“¿A dónde vas?”, me preguntó mi mamá cuando vio que me puse mi casco y mi chaleco fosforescente. “Sólo voy al Palacio Municipal a hacer una entrevista”, le respondí. “No me tardo”.
Sé que si le decía que vendría al Bordo de Xochiaca, el antiguo tiradero de Nezahualcóyotl, en la bici sólo la preocuparía. Ese es un presentimiento que miles de madres y familiares sienten cuando una de sus hijas sale de casa en el Estado de México: que al ser víctima de un delito no regrese jamás.
Sí de por sí ser mujer ya es complicado, ahora ser ciclista en un municipio en el que no se respetan los altos, menos. Llegué al camellón frente a Plaza Jardín, un sitio con mucho contraste: de un lado la gigantesca plaza comercial y del otro, cruzando la avenida, un terreno descuidado, seco y abandonado.
Aquí fue donde la Colectiva Vivas en la Memoria junto con familiares y otras colectivas decidieron intervenir un frontón el 21 de marzo del 2020, creando un mural con las fichas de mujeres desaparecidas tan sólo en el municipio.
Semanas después las autoridades cercaron el lugar durante meses y ellas creyeron que había sido para mejorarlo. Según Lyn, de la colectiva, el Presidente municipal, Juan Hugo de Rosa aseguró que ODAPAS (Organismo Descentralizado de Agua Potable, Alcantarillado y Saneamiento) mandó a pintar el muro de blanco, mientras que un regidor ordenó poner anuncios del uso de cubrebocas a finales de agosto.
Así que hoy ellas junto con familiares y Colectiva Moradas, Nos Queremos Vivas Neza y la Red de Mujeres del Oriente del Estado de México que Luchan, vuelven a tomar simbólicamente las pequeñas paredes para mostrar la realidad de 158 familias que buscan a sus mujeres desde 2014.
Lidia Florencio acudió a la cita, ella es madre de Diana una chica que desapareció el 2 de julio 2017 y aunque su hermana Laura, logró hallar el cuerpo, éste fue catalogado como el de un varón, un error pericial que retrasó el proceso.
“La indiferencia es una cosa que vemos todos los días desde las autoridades, el ministerio público que no hace su trabajo, el juez que ahora nombró el caso de mi hija como homicidio calificado y no como feminicidio a pesar de que encontraron ADN por abuso sexual, hasta la sociedad, pero estoy aquí para levantar la voz y acompañar a las colectivas en las que he encontrado apoyo”, me aseguró Lidia, con los ojos cansados.
Esto sólo es una parte de lo que la Colectiva Vivas en la Memoria realiza pues ellas bordan en una manta gigante las hojas de búsqueda además crearon la base de datos de desaparecidas en Chimalhuacán, Ecatepec y Nezahualcóyotl con base en los registros de la Fiscalía de General del Estado de México.
“Mi hija, Norma Vianney, desapareció hace 2 años 9 meses. Hubo dos detenidos, padre e hijo, uno de ellos confesó que abusó sexualmente de ella, la mutiló y nos dijo donde la fueron a tirar pero no la hallamos. El hijo fue asesinado y el padre anda libre”, comentó María de Lourdes a un grupo de policías que arribaron al lugar porque les reportaron que había pintas.
Y es que las cosas en el Estado de México son diferentes, acá no es la CDMX, acá pocas veces se hacen movilizaciones, acá no sé hacen intervenciones porque inmediatamente hay intimidación, arrestos y se pone en peligro la vida.
“A mí qué me van a venir a contar estos (policías) sí me he tenido que convertir en abogada, investigadora y a la vez madre. A mí me dejaron muerta en vida. Porque no sé dónde está mi hija ¿Estará viva? ¿En dónde? Porque supe que su novio se dedicaba a enganchar chicas y recibía un pago de 10,000 por cada una”, continúo con la voz cortada y ojos vidriosos la madre de Vianney.
Cuando una mujer desaparece las familias se enfrentan a una serie de obstáculos que sortean solas y con sus propios medios. Se quedan sin dinero y se convierten en abogadas, defensoras de Derechos Humanos e investigadoras.
Da escalofríos mirar las edades de las fichas porque son mujeres desde bebés hasta ancianas. Y mientras escucho las historias temo por mi hermana menor porque tengo miedo que un día salga y se convierta en una ficha de búsqueda. Todas las familias y las colectivas denuncian la falta de apoyo de las autoridades, la nula empatía de los servidores públicos ante la búsqueda de personas desaparecidas. Si para las autoridades es más fácil pintar un muro que hacer su trabajo, las colectivas y familias continuarán luchando y cuidando este espacio hasta que comprendan que el espacio público nos pertenece y sirve para denunciar.