Con este diario llegamos en nuestro recorrido al último mes del 2019. Las fotografías que aquí se escriben aparecen muy nítidas, full HD. Y es que cada una está escrita desde la praxis humana, el vivir cotidiano, aquello que nos va constituyendo día a día: los meteoritos de palabras, nuestros pensamientos, nuestro cuerpo y las rupturas.
En diciembre nos volvimos dudas, ¿qué pensarás?, ¿de verdad estoy haciendo esto por qué yo lo quiero? Fuimos comerciantes y muñecas vudú. Pero además estas fotografías brillan con más intensidad porque hemos quemado en fogatas los miedos, las culpas y los malos ratos. Hemos aprendido a darnos cuenta cuál es y cuál no es nuestro sitio, dejamos ir, resistimos, nos reinventarnos. Gracias por todo lo compartido hasta hoy. Nuestra historia continúa cada día con más fuerza ¡Feliz 2020!
María Fernanda López
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Domingo 8 de diciembre del 2019
De guaracha a sinfónico.
Caminaba del metrobús Hidalgo al emblemático edificio de Bellas Artes, estaba empezando para mí un invierno nublado por incertidumbre laboral, observaba a mi alrededor, humanos que al igual que yo habían elegido este palacio porfiriano como punto de reunión.
Esperaba a mi compañero de bailada con quien pensaba aclarar la incertidumbre del invierno al ritmo de la guaracha. Mientras esperaba a mi compañero de generación universitaria, admiraba la belleza y simetría del edificio ” La Nacional” y su gemelo, así como los estragos de los sismos de 2017, que aún son visibles en ambos.
De repente se acercó una pareja a ofrecernos unos boletos para el concierto navideño de la sinfónica nacional, mirándonos a los ojos y con atuendos propios de un viernes de rompe y rasga, aceptamos el regalo. Mientras la orquesta tocaba, mi mente sólo recordaba que la primera vez que estuve allí fue en un concierto universitario para conmemorar los 100 años de la tan amada y devaluada autonomía universitaria; y hacerlo esta noche con mi compañero, parecía una de las mejores coincidencias de un noviembre en Teotihuacán al ritmo de la Ruanaaaaaa
Simpática Tovar
Jueves 12 de diciembre del 2019
A veces las palabras son como meteoritos, cuando caen, arrasan con todo lo que está construido.
Destrozan tu autoestima, tu mente y te hacen cuestionarte.
¿De verdad estoy haciendo esto por qué yo lo quiero?
Más de una ocasión me ha sucedido. Pero ese maravilloso caos siempre me ha servido para comenzar de nuevo.
No te niego que a veces desisto. No quiero seguir intentando. Creo que forma parte de los ciclos de mi mente y de mi cuerpo. Tomo aire y continúo. Porque vivir es resistir.
Senderepia
Miércoles 18 de diciembre del 2019
Siento que no pertenezco, tal vez me tomo las cosas muy en serio.
Para ellas el proyecto no era EL proyecto, en realidad no les encantaba. Me dio gusto cuando lo dijeron, aunque yo ya estaba “in too deep”, volada con posibilidades, ideas y planes para nosotras.
El error pudo ser que nunca dijimos explícitamente que tan comprometidas estábamos o hasta donde queríamos llegar, siendo amigas dimos por hecho mucho.
Al principio estábamos decididas y animadas.
Está bien las cosas cambian, pero cuando hablamos parecía que hacía tiempo no se sentían cómodas.
¿Cómo no me di cuenta? ¿soy tan soñadora o egocéntrica que, como el Quijote, camino y camino aunque tras de mí digan que eso no tiene sentido?
Ese día sentí que algo se rompió y me sentí sola, pero ellas dijeron que aunque no era su prioridad querían seguir.
¿Seguir, terminar?
Yo quiero que nuestra ruptura o unión sea intensa, no seguir por seguir.
No quiero medias tintas: estoy aquí hasta que aparezca otra cosa, no me gusta, pero ni modo que me vaya. Quiero llorar frente a ellas por mi desilusión, no quiero sentirme como ahora, fingiendo que a mí también me da igual.
Si no es aquí, aunque las quiera muchísimo, no hay problema, pero tenemos que decirlo.
Machincuepa
Jueves 19 de diciembre del 2019
Descubrí que pedaleando nivel turbo y tomando un par de atajos llego en 20 minutos. Ni en metro sería igual de rápido y menos a las 8am. Llegué casi puntual, igual que Caro, mi psicóloga. Han pasado algunos meses desde que comencé a tomar terapia y todo es distinto: la culpa, los miedos, las ataduras se desvanecieron ante la fuerza de mi voz.
Me escucho a mí misma cantando mientras pedaleo en otra dirección: el centro. Antes de llegar a la biblioteca, paso a desayunar en un cafecito atendido por señores maduros. Pido huevos con jamón y te de hierbabuena. La mañana, en forma de rayos de sol, acaricia mis piernas.
Veo llegar a una mujer joven con su hijita. Saluda familiarmente a los cocineros y pide unos hotcakes. Se nota que alguna vez trabajó en ese lugar. Ahora reparte postres a los locales de la zona.
“Ahí se las encargo” les dice y se va con una cubeta llena de gelatinas, arroces con leche y flanes. “Sí, no te preocupes, está entre sus amigos”, contesta uno de ellos sin dejar de trabajar. La nena, bien peinadita come despacio y se me queda viendo cuando pago mi cuenta. ¡Claro!, está viendo mi cartera con el dibujo de las chicas superpoderosas. “¿Las conoces?” Ella asiente con su cabecita. “¡Pero si eso es de mis tiempos!” respondo como si habláramos de la más lejana prehistoria.
La mañana de hoy fue larga y cálida.
Isabel
Viernes 20 de diciembre del 2019
Soy la mujer de piel morena, brown skin girl, 24/7. La que no se aguantó a los nueve meses para nacer y salió a los ocho. Soy la niña que utilizaba zapatos ortopédicos en la primaria y comenzó a masturbarse a los seis en las sillas de la escuela. Soy a la que le pusieron brackets a los 10, a los 14 y por qué no, también a los 18. Soy la amiga la que menstruó a los once y seguía siendo virgen en la universidad. Soy a la que a los 12 su mamá la enseñó a maquillarse a diario “para verse bonita” y ahora está fastidiada del rímel en los ojos.
Soy a la que le crece bigote, vello en las piernas y en la espalda y no le gusta depilarse. Soy la mujer a la que obligaron a tener fiesta de quince años al modo tradicional sin estar de acuerdo. La que no ama usar vestidos, ni comprar zapatos, ni ropa nueva. La que odia usar tacones, pero le gusta como se le ven a las demás. Soy la que no va a la estética a menos que sea de vida o muerte, la que nunca usará uñas largas ni pintadas. Soy a la que le sudan las manos al bailar con alguien y tiene caries todo el tiempo a pesar de ir al dentista recurrentemente.
Soy una mujer a la que le gusta reírse fuerte, sentarse desparramada y limpiarse la nariz con los dedos. A la que todos los bracieres le quedan grandes y mejor usa corpiño como en la secundaria. Soy la que creció avergonzada de su nariz porque muchas personas le dijeron que era grande y “aguileña”. Soy la que no puede dejar de usar lentes porque no alcanzaría a ver el conejo de la luna. Soy la que ronca en las noches. La que tiene verrugas en la piel y un lunar en el ojo izquierdo por herencia. La niña de talla grande que formaban hasta atrás de la fila siempre. A la que aventaron de un juego a los cinco y ahora tiene una cicatriz en el brazo derecho en forma de oruga.
En definitiva, soy la muñeca vudú que mis padres ayudaron a crear. La que se casó con su mejor amiga a los veinticinco. La mujer que disfruta la marihuana, la cerveza y el pulque y la que vive sola por la única razón de que así lo desea.
Mariquita López
Lunes 23 de diciembre del 2019
Qué pensarás
Qué pensarás
Cuando en las noches,
en que me sabes fragilísima,
me envías las canciones
que tanto adoras y escuchas.
En qué te sé devoto de la música,
esa que pareciera,
con ayuda de los audífonos,
que me cantas al oído.
Me muero por saber,
¡Qué pensarás!
Al deleitar con deliciosas melodías,
mis finísimos oídos.
Por favor dime
En qué piensas, amor.
Brigette
Lunes 23 de diciembre del 2019
La Puri, el tianguis más tradicional de Aguascalientes, es mi hogar de invierno. Mis abuelos han tenido su puesto ahí desde que tengo memoria.
Mientras atiendo a los clientes me transformo en un eterno aprendiz de comerciante. “A sus órdenes, puede preguntar sin compromiso”, digo mientras suena “El Guasón” desde el puesto de películas clon de Don Pepe. A unos metros veo que Don Rafa se rehúsa a cobrarle a mi hermano el vestido que escogió para mi sobrina. En el puesto de junto mi papá está echándose un té mientras platica.
Hace muchos ayeres, cuando mi papá y mi mamá estaban todavía juntos, veníamos los cuatro a vender juguete en estas fechas. También mi perro conoció el tianguis, lo trajimos a comprarle su pechera, aunque los viejitos que vendían las correas y las cosas de mascotas hace mucho que dejaron de venir.
Ya no tarda Luis, yo creo que hoy sí nos echamos uno de sus tamales con atole. En este lugar lleno de ruidos y de memorias, me siento completo.
Semidesértico
Domingo 29 de diciembre del 2019
No sé, si son las fechas el frio o mi edad.
Pero no se me ocurre escribir sobre algún tema en especial ¿ amor ? estoy soltera, a pesar de lo que mucha gente creería que las lesbianas somos promiscuas, naaa no todas las mujeres me gustan, existe un control de calidad y pues así llevo 4 años perfeccionando la calidad de las personas con las cuales me involucro. Al mismo tiempo que también estoy trabajando en mí.
¿Dinero? Paria mí es un tema complejo de expresar, es necesario para cubrir mis necesidades básicas, sin embargo estoy trabajando la parte espiritual para entender que la abundancia material esta en todos lados, estoy aprendiendo a realizar mi trabajo con amor, ayudando al prójimo sin ser hermanad de la caridad, honrando mis valores y principios para lograr la abundancia financiera.
¿Reconocimiento social y ego? Cuando se, es feminista estos temas creo que pasan a segundo plano aunque honestamente a veces sí necesitamos sabernos lideresas o influencer´s, creo que es un mal hábito que la humanidad nos ha heredado desde tiempos inmemorables. Es mejor ser SORORA: trabajar en equipo, integrarse al movimiento y dejarse llevar, sin violencias y sin representaciones de ningún tipo. Pero lo más importante es ser EMPÁTICA.
La familia, ¡uy! ese es un tema difícil y un poco largo de reflexionar, más cuando he roto varios paradigmas de comportamiento, porque #Lesbiana #Feminista #Vegana #Romántica y una que otra vez #Standopera en una familia, machista, sarcástica, burlona, manipuladores, y dramáticos.
En fin creo que hay momentos en que debemos ser reflexivos en cada una de las áreas de nuestra vida, (claro que me faltaron algunas ).
Pero bueno ya será en otra ocasión, hoy estoy festejando la edad de la ilusión los XV años de una de mis sobrinas, y esto es una típica fiesta de pueblo.
¡Gracias amigos Baladí por la oportunidad de coincidir en este 2019, vamos por un 2020 lleno de textos colectivos!
Shiriel
Martes 31 de diciembre del 2019
Dicen que el último día del año siempre vale la pena reflexionar lo que aprendimos, lo que perdimos, lo que ganamos: lo que vivimos en general. Recuerdo que, cuando casi terminaba el 2018, mis amigas me invitaron a quemar todo lo malo, en un fogata, cual brujas modernas. Ese año fue horrible y sólo desee con todas mis fuerzas que todo el rencor, el sufrimiento y el enojo se fueran con esas llamas.
Al hacer un recuento mientras caminaba por el parque, me dije a mí misma que el 2019 ha sido de los mejores años de mi vida: me aventuré a trabajar con mis amix en algo que al principio me dio mucha satisfacción, pero después no tanto; seguí el camino de enseñar a otras personas lo que había aprendido de una lengua; confíe en mis instintos y llegué a una investigación interesante que me permitió viajar por el país un par de veces; dejé una decisión a la suerte y pisé las tierras de otro continente, con gente igual de friki y subversiva que yo; perdí a mi compañera canina, la que me acompañó durante 9 maravillosos años; di mis primeros pasos en muchos sentidos.
Lo que me queda como recordatorio es que debo dejar de tener miedo al cambio, que los primeros pasos son importantes, pero mucho más los últimos: aprender a terminar lo que me propongo es, por decirlo de alguna manera, el único propósito que tengo en mente, lo cual es bastante tomando en cuenta que nunca tengo propósitos en mente. Quiero que la vida me siga sorprendiendo porque no soy nada buena para planear el futuro, pero quiero tener la determinación suficiente para decidir qué rumbo tomar.
Sí, en definitiva, la vida es agridulce.
El otoño es naranja