“Amurallar el propio sufrimiento es arriesgarse a que te devore desde el interior”

Frida Kahlo

¿Qué has sentido cuando alguna persona te trata de “calmar” con alguna de estas frases? ¿Habías analizado su funcionalidad? ¿Habrá mejores maneras para poder apoyar a las personas en el momento en el que estén expresando alguna emoción?
 
Todas estas frases mencionadas nos llevan a una condición denominada “invalidación emocional”. Se trata de formas de intentar “abordar” las emociones que provocan la no aceptación de la experiencia emocional de la otra persona. Invalidar es entonces, comunicarle al otro que lo que siente no debería ser así, qué debería sentir distinto, que no es comprensible lo que le pasa o que “debería mejor evadir el sentimiento y regresar a su rutina lo antes posible”. Pensemos cuántas veces hemos causado o sufrido invalidación de emociones y cómo ha repercutido en nuestras vidas.
 
Para que no pase eso, debemos de aprender a comunicar al otro que sus emociones tienen sentido y son entendibles dentro de su historia y/o contexto actual (Linehal, 1992.)  Aceptar significa no enjuiciar, tomarlas seriamente y describirlas para entenderlas. Sin aconsejar, sin intentar cambiar su momento. Es comunicar que nos importa lo que siente.
 
Siempre que veamos que alguien está viviendo alguna emoción, debemos buscar maneras para apoyarle a que experimente esa emoción y no ayudarle a que la evada o modifique. Todas las emociones deben ser vividas por igual, todas son parte de nuestra vida y desarrollo humano.
 
La validación emocional nos ayuda a que la otra persona sea y se sienta verdaderamente vista y oída, y así comprenda que sus respuestas o emociones tienen validez ante la situación que las provocó. Esta estrategia se transforma en una herramienta clave para la convivencia pacífica, la experimentación de nuestras emociones y la comunicación efectiva.
 
Diferencia entre validación, normalización y empatía
 
La validación emocional consiste en conocer la experiencia emocional de la otra persona y hacerlo explícito. Ejemplo: “Comprendo que es difícil vivir esta situación, noto que te sientes desanimada, sé que es para ti difícil sobrellevar la pérdida de tu perro, es válido que sientas tristeza por la pérdida de un ser que se nota que quieres mucho… “.
 
La empatía se entiende como tratar de comprender a la otra persona conforme a mis vivencias personales. Ejemplo: “Entiendo mucho que estés triste porque se murió tu perro, en una ocasión a mí se me murió un perro y sentí fatal…”.
 
La normalización es comunicar que otras personas tienen esa misma experiencia, generalizar, a pesar de saber que cada persona reacciona de diferente manera y a diferente nivel. Ejemplo: “Es normal que todos los perros mueran, es parte de la vida, también es normal que todas las personas sufran cuando se les muere su perro, no te apures, no sólo te pasa a ti…”.
 
Ya que sabemos que cada una tiene un funcionamiento distinto, podremos analizar cuál forma puede funcionar más para ciertas circunstancias y poder ponerlas en práctica de mejor manera.

Regresando al tema de la validación y entendiendo su diferencia con respecto de la empatía y la normalización, conozcamos ahora qué podemos hacer para validar las emociones.  

  • Ofrecer un espacio para la expresión emocional: Si alguna persona necesita expresar sus emociones, es recomendable brindarle el tiempo y el espacio para que pueda hacerlo. Si no es posible en ese momento, buscar acordar algún otro. 
  • Escucha activa: La escucha activa es un factor importante, es la escucha real, donde nos interesamos como personas validantes de la emoción y tenemos un papel activo dentro de la escucha sin prejuiciar la anécdota. 
  • Si la persona no logra identificar las emociones, ayudarle a identificarlas: Hacerle preguntas para que pueda identificar la emoción, qué la detonó, sus sensaciones corporales, impulsos, buscar acercarnos a esa emoción que pueda estar sintiendo y, muy importante, ponerle un nombre. 
  • Comunicar la validez de la emoción: Comentar literalmente, que la emoción que siente es válida y entendible, asegurarle que eso que siente es resultado de lo que le pasó y es natural que pase, sin importar que las otras personas actúen diferente, siempre debemos de ver su historial de experiencias. Que todas y todos actuamos y respondemos de diversas formas y eso no quiere decir que eso sea negativo. Es entendible dentro de su contexto. 
  • No comparar: Podemos también expresar nuestras vivencias si es que es importante hacerlo, pero nunca protagonizar la emoción o la situación. Debemos de darle el lugar a la emoción de la otra persona.
  • Validar no significa estar de acuerdo, ni pensar que nosotros reaccionaríamos igual, a veces, ni siquiera encontraríamos cierta “lógica” a la reacción, es por eso la importancia de evaluar de dónde surgió la emoción para poder darle legitimidad “con base en su experiencia de vida”.
  • Nunca aconsejar cómo vivir la emoción, por más que creamos que “lo está haciendo mal”. 

Volviendo al tema, validar las emociones de las demás personas también es aprender a auto-validar las nuestras propias. Conocerlas, no tenerles miedo, no etiquetarlas como buenas ni malas, positivas o negativas, aceptarlas como parte de la experiencia de ser humanos. 

Saber validar las emociones de las demás personas nos ayudará también a identificar cuando alguien esté invalidando nuestras emociones y así no dejar que pase, practicar estas técnicas nos ayudará a ser más receptivos. Eso sí, debemos, entender que no todas las personas lo hacen por querernos afectar, simplemente nuestra educación emocional es tal que nos enseñan a mejor no intentar vivir nuestras emociones, por ello es importante comenzar a generar estas nuevas prácticas, que son muy funcionales tanto para niñas, niños, adolescentes, las y los jóvenes, adultos y adultos mayores.

En ocasiones pudiera ser que nos cueste más trabajo que a otras personas, por ello, es recomendable acudir con algún especialista para que nos ayude a, principalmente, identificar las emociones y luego a cómo vivir con ellas. 

Como bien mencionó Frida Kahlo, amurallar el propio sufrimiento es arriesgarse a que te devore desde el interior, no podemos seguir amurallando nuestras emociones (invalidándolas) ni las de los demás. Aceptar la experiencia emocional es importante en todas las relaciones interpersonales. Todas las emociones tienen un sentido de existir, conozcámoslo. 

Referencias

Linehan, M (1993), Cognitive-behavioral treatment of borderline personality disorder, New York, Guilford Press.

Imágenes

1. Bahaa A. Shawqi, libre uso.

2. Susana Colin.

3. Daniel Eudave Santos.