En en trajín cotidiano constantemente confrontamos  nuestra identidad. Aún sin hacerlo consciente. Recordar quienes fuimos cuando íbamos a la escuela, cuando nos enfermábamos, es un ejemplo presente este mes en el #DiarioColectivo.

Nos remontamos al orígen, la abuela de la que provenimos, así seamos sólo añicos.  También a saber quiénes somos desde lo que sentimos, o al sabernos en un entorno ajeno, el viaje desde el cual aprendemos, cambiamos pero nos reafirmamos.

Gracias por compartir lo valioso que pasa desapercibido.

***

Viernes 3 de mayo del 2019

AÑICOS

Quebrarse
el espejo de su tocador

atenta

contra quienes
alguna vez,
peregrinos del cristal,
lo poblamos.

Los nietos que,
alrededor de su cama
jugamos

a duplicarnos
en voraz persecución
de su ocaso

–como liga, prolongándolo
hasta que reventó,
chasqueando,
sobre dedos octogenarios.  

Los hijos que,
naciendo, lo aceleraron:
siete concebidos
en los linderos del reflejo,

bautizados
por su propia efigie
–fiera, inconsolable–
tras las manos de la nodriza
mixe.

El esposo que
atestiguó su aparición

viendo en sus ojos
–hacia los suyos,
por el espejo,
proyectados–

el principio
de perderse:

una chispa
sólo en intermintencia
centellando,

un semáforo
que parpadeará,
por treinta y dos años,
en perpetuo amarillo.

La abuela,
finalmente, que,
pasándose un labial carmín
por la boca,

besándose, después,
sobre su propio reflejo
–como si, a los sesenta,
a ser de seis jugara–

empieza, ese día,
a cederle
rincones
al olvido.

Añicos somos
de su errar
entre opacidades y fulgores   

recogidos, uno a uno,
por las manos
de nuestra nodriza
mixe.

Eduardo Paredes Ocampo

Martes 14 de mayo del 2019

Llego al “Seven” de Copilco, aseguro mi bici. Hay una niña cuidando 2 bicicletas. Tomo lo que compraré, me formo en la fila, escucho a alguien hablar fuerte. Nerviosa entra la niña, habla con quien está enfrente de mí, su padre. El hombre sonríe y le dice que NO PASA NADA. La niña sale, la niña regresa. Su padre sale con una sonrisa nerviosa y ella toma su lugar.

Aterrada comenta que él sigue afuera. Le digo que el guardia está con su papá, NO PASA NADA. Me dice que es su cumpleaños; inconscientemente se recarga en mí. Me hago a un lado para que no se me malinterprete, ella buscaba apoyo. Pago mis cosas. Salimos.

Un joven drogado está afuera, él jaló a la niña, por eso ella se asustó, por eso sigue atemorizada. Abraza a su padre, le digo que todo está bien, que NO PASA NADA. Se van juntos. Estoy lleno de ira, pero NO PASA NADA.

¿Qué debe pasar para que pase algo, qué tanto deben soportar las mujeres (las personas) para que pase algo? ¿Qué debía pasar la vez que exploté de rabia para que pasara algo? Hay cosas que ya no debemos permitir(nos), que no debemos olvidar, hay cosas que no debemos perdonar(nos) para que no se repitan.

De una persona cuyos dos últimos cumpleaños fueron miserables, sólo deseo que la niña no vuelva a tener un cumpleaños igual, que no vuelva tener otro día así.

F

Domingo 19 de mayo del 2019

Pongo dos, tú quitas una. Intercambio de miradas que danzan al filo de la mesa. Hay días que la ciudad me parece tan cansada, tan llena de recuerdos; uno aquí, otro más allá. Se despiertan un momento, los vuelvo a dormir. Hace tiempo me impedí sentir. Un poco la rutina, un poco las telarañas de mi cabeza.

Pero si lo siento todo: el sol que calienta mi piel en cuanto se puede colar por las ramas de los árboles, el aire entrando por los hoyitos de mis huaraches, el aura alegre de un parque público de la zona nice por domingo. Siento afuera pero no adentro. Sentires guardados en costales sin abrir. Soledad, tristeza, enojo. Cariño… cálido sentimiento que se activa cuando te me quedas viendo como sonriendo, y yo me figuro que puedo ver a través de ti.

Isabel

Lunes 20 de mayo del 2019

11:00 pm. Me confié, debí haber comprado los boletos con anticipación, ya no queda ni un solo boleto Ixtapa-CDMX. Chale, ahora ¿qué hago? No pienso pagar otra noche en el hotel, nimodo, a dormir en la terminal. ¡No manches! En estas bancas ni se puede dormir, menos con este calor costeño, ¿cómo le hace la señora para hasta roncar?

3:30 am. No sabía que había salidas tan tarde, al parecer todos van y vienen de Acapulco. Miro a la gente irse y llegar, ninguno tiene cara de turista, ninguno se sorprende de nada, se les nota que han estado en este lugar cientos de veces.  A unas cuantas bancas escucho hablar a un grupo de mujeres, suena a náhuatl pero no estoy seguro, ¿para qué traerán tantas bolsas? ¿Vivirán en Acapulco y habrán aprovechado el fin de semana para regresar a su pueblo? Debo ser una cosa muy rara irrumpiendo en los ritmos de estas personas.   

5:00 pm. Ni sentí el viaje, me quedé bien dormido. ¿Ya estamos en Tasqueña? Si todavía siento el calor de costa y oigo el sonido de las olas.

Transeúnte desmemoriado

Miércoles 22 de mayo del 2019

De pequeña jugaba a ser un pez que nadaba en los rayos de sol de las cinco de la tarde.
Subía y bajaba a mi antojo.
Atrapaba las motas de polvo  y me abrazaba a la luz.

De pequeña los días de sarampión mis ojos estaban tristes y llenos de arena que soplaba el viento en el desierto quemante de las sábanas, que mi madre tendía al sol.
Su mano fresca cariñaba mi pelo y daba consuelo a mi soledad.

De niña las muñecas de papel dormían arrugadas bajo mi almohada y mi hermana  ponía su manita en el cristal… de niña navegué por libros sin ilustraciones.

Calamity Jane

Jueves 23 de mayo del 2019

Mis oídos están atentos, mi corazón dispuesto, mis pies quieren recorrer la ciudad, mientras mis ojos leen historias nuevas.

No quiero perder mi capacidad de asombro, deseo continuar experimentando, tejiendo redes, tumbando mis muros para alzar nuevos. Trazar congruencia, equivocarme y volver a empezar. Hundirme en la profundidad de la melancolía, para sentirme plena con todo aquello que estoy (re) descubriendo. La soledad me ha mostrado cómo y cuánto quiero. Así es como todos los días tomo un poco de acá, de allá y de acullá y me gusta, me gusta mucho.

Ultravioleta

Domingo 26 de mayo del 2019

Se vistió: falda blanca de tablones, blusa del mismo color con una bolsa pequeña a un lado del pecho donde guardaba su mayor tesoro, el dinero para el recreo, además suéter y calcetas rojas. Le gustaba jugar con el desnivel producido por las grecas sobre el algodón y sus piernas, las manos le quedaban oliendo a jabón. Sentada sobre la cama miró al suelo hacia los zapatos negros recién boleados bajo la cama, esos que tanto odiaba pero debía usar o sus pies quedarían chuecos, por fin se los puso y los abrochó.

Tomó un cepillo con dientes de plástico, una bolita blanca y se los llevó a su hermana que estaba arreglándose. La observó pacientemente, esperó su turno. Ahora, frente el espejo se admiró, mientras sentía tirones en la cabeza. A veces la coleta no quedaba libre de chipotes a la primera y debían empezar desde el principio, jalones de pelo para borrar las imperfecciones. “Cierra los ojos”, le ordenó su hermana, ella obedeció, solo escuchó el aire contenido escapando mientras rompía moléculas de aire sobre sí, luego su nariz se saturó de un olor que hasta hoy le resulta familiar: Caprice morado anticeramidas.

Senderepia

Domingo 26 de mayo del 2019

Lecciones para sobrevivir a los 26 años. Parte III

La Regada.

Es una ceremonia ritual en Juchitán donde “riegan” cosas… y pues… estás parado alzando los brazos esperando que la chica de traje istmeño lance un jabón Zote, una jícara o un trapeador… la verdad ni interesa qué agarrar, es divertido ver si logras cachar algo.

Te alegra ver gente divertirse… como ellos, levantas ambas manos por si te cae otro día en la playa, caminando en la arena quemándote los pies. Pero al final nada te quema porque logras ver sus ojos mirando por primera vez el mar.

Levantas las manos queriendo tomar la oportunidad de demostrar que puedes, y no soltar ese momento…

… vas así en la vida levantando los brazos en plena regada, aguardando cada sorpresa, pero sujetándola bien fuerte porque puede que alguien más también quería tomarla y aprovechar si te distraes para hacer partida y robarla.

Vas así entonces, levantando los brazos viendo que todo es un juego y te emocionas si te toca algo…

Y si no, pues sigues con las manos alzadas con una gran sonrisa porque, la verdad… la verdad… te divierte mucho estar en la regada.

Chmsk