Me encuentro en el jardín del hospital psiquiátrico “Santa Lucía”. Me gusta el silencio que hay aquí afuera, solo se escucha la suave brisa que roza los árboles y el crujir de mi maltrecho corazón. Escucharlo me tranquiliza, me confirma que la culpa no fue mía, que sólo soy otra víctima.
Lo que pasó fue algo tan devastador que arruinó mi vida para siempre, hizo que mi familia me internara en este lugar y se alejara de mí, que me trataran como a una demente y que ni siquiera me permitieran despedirme de manera apropiada. Él es mi pequeño y yo lo amo. ¿Acaso no lo entienden? ¿Es que no notan como el sufrimiento me carcome segundo a segundo? Me atormenta un dolor tan inmenso que no hay manera de describirlo, decir que he muerto por dentro es poco comparado con esto que nubla la realidad.
–Entiendo que es muy difícil superar la negación pero verás que al hacerlo estarás un paso más cerca de la recuperación.- me dice Luis en cada sesión. Luis es el psiquiatra que me asignaron, él me vigila todo el tiempo. Le he contado mil veces lo que pasó pero él sólo me mira sin expresión, sé que piensa que lastimé a mi pequeño pero no es así, solo estoy tratando de salvarlo.
Buenos días, siéntate. ¿Cómo te encuentras hoy?- pregunta Luis aún sabiendo que no voy a responder. Nunca lo hago, solamente soporto estas sesiones porque con el tiempo me permitirán salir. -Muy bien, te escucho.-
-Usted nunca escucha.- murmuré furiosa, suspiré profundamente y comencé a contarle todo una vez más.
Era una noche fría, afuera llovía a mares.
Yo me encontraba en mi habitación recostada junto a mi bebé, él dormía, de pronto un relámpago retumbó en los cielos y el rayo que lo acompañaba iluminó mi habitación, todo pasó tan rápido.- siento un nudo formándose en mi garganta cada que pronuncio una palabra, aún así trato de controlarme y prosigo.
– En la sombra que se produjo en la pared vi claramente a un enorme conejo negro sobre mi bebé intentando morderlo; lo empujé de inmediato. Al parecer lo herí pues de pronto noté cómo brotaba sangre de ese asqueroso animal. La luz se encendió y ese horrible conejo negro desapareció. Debe creerme doctor, yo jamás me atrevería a dañar a mi pequeño, escúcheme bien, mi bebé no está a salvo aún, alguien o algo quiere lastimarlo, tengo que protegerlo.- dije perdiendo totalmente los estribos al recordar lo indefenso que está mi bebé.
– Tranquilízate por favor.- dijo Luis. -Necesito que lo escuches una vez más ¿de acuerdo? En efecto, tú diste a luz a un niño que lamentablemente solo estuvo contigo unas horas dada su condición, recuerda que fue un parto prematuro y por esto él no sobrevivió.
Autora: Jessica Diaz Mendoza
Nacida en Tlatelolco una madrugada de 1997. Amante de la literatura, escritora por naturaleza, enamorada de las maravillas que da vida. Inspirada principalmente en la frialdad humana y la calidez gatuna.
Ilustrador: Eliel Neftali Díaz
Eliel Neftali nació un 28 de noviembre de 1990 en la Ciudad de México. Desde niño mostró un talento excepcional por el dibujo, ilustrando lo que iba conociendo a su paso y con los años fue perfeccionando sus estilo. Su pasión es jugar y trabajar con imágenes, a veces encargadas por otros y a veces por puro gusto.