“Quisiera ser guacamaya, pero de color bonito, pero de color bonito, quisiera ser guacamaya” cantan cuatro jóvenes japoneses al ritmo de la jarana. Se trata de “Los Laguitos”, grupo de son jarocho integrado por estudiantes de la Universidad de Tokio, durante una de las presentaciones de su gira por México.
Más allá de un grupo musical, “Los Laguitos” se autodefine como un grupo de aprendizaje. “Aquí venimos seguido para aprender, visitando a los músicos en la Ciudad de México, en Veracruz, en pueblos, Xalapa y todo. Y allá en Japón, sobre todo en Tokio, nos dedicamos a la difusión, haciendo presentaciones con música en vivo” comenta Kohei Masuda.
Y en efecto, en esta visita a México “Los laguitos” realizaron una gira por el sur de Veracruz y la Ciudad de México para presentar el documental Hilo transparente, un trabajo de investigación sobre el orígen del son jarocho y, además, un tributo a la raíz de este género musical.
Orígenes
Todo comenzó en Tokio, cuando los ahora “Los laguitos” tocaban joropo venezolano. El profesor, cuando supo que uno de sus alumnos iría de intercambio académico, no dudó en recomendarle aprender un género parecido, el son jarocho. Así fue como Kohei conoció, se interesó, y más tarde se enamoró de esta tradición. La recomendó a sus amigos y juntos decidieron formar un grupo “pero no porque tocamos bien sino porque allá no hay la cultura, como por ejemplo aquí puedes aprender yendo a talleres, yendo a fandango, pero allá no, entonces para seguir aprendiendo era necesario formar un grupo“.
El grupo lo conforman, Makoto Suzuki, Tomohito Kan, Yuya Nagata, Tomoki Okane, Kentaro Fujii y Kohei Masuda. El nombre de su agrupación es un homenaje a su maestro y amigo Mizzumi Kojima, mexicano con ascendencia japonesa cuyo nombre significa “lago”, quien los recibió en Veracruz y ha ido a visitarlos a Japón.
Un viaje a la raíz
Durante sus primeros viajes a Veracruz para aprender y conocer el origen del son jarocho, los japoneses fueron muy bien recibidos. En forma de agradecimiento y como un aporte a la tradición, el grupo decidió realizar un documental desde su visión -más cercana de lo que uno podría imaginar-. Fue así que nació Hilo transparente, con ayuda de un crowdfunding, y después de un año de arduo trabajo.
Sin ser expertos en el manejo de la cámara, y en algunos casos -como el de Makoto- sin dominar tampoco el español, se lanzaron a Veracruz a filmar. Su idea era la de mostrar un son jarocho más profundo que aquel interpretado por los grupos famosos con discos grabados, mostrar las raíces de esta música. “El son jarocho originalmente no es una música separada del contexto en donde viven [los músicos], entonces también fue nuestra idea mostrar cómo viven, dónde se toca, y [que] a veces los músicos también son campesinos“ nos dijo Kohei.
El documental busca acercar a los espectadores mexicanos, pero sobre todo a los extranjeros, a las raíces del son jarocho sin necesidad de viajar a Veracruz. Sin embargo, y como ellos mismos reconocen, hablar de raíces siempre es complicado, ¿qué es lo verdaderamente auténtico?, ¿existe? Makoto nos comparte sus reflexiones en suelo veracruzano cuando, durante un fandango, sintió que estaba ahí, en la raíz: “pues sí tenemos que regresar a la raíz, pero la raíz también tiene raíz, entonces no tenemos que buscar algo así de que existe, no, pues podemos convivir con ellos y aprender con ellos pero nada más. […] yo estaba buscando algo que existe ahí, algo que yo creía que había, pero no, así viven como siendo humanos“.
El nombre del documental remarca la relación -de ahí la idea de hilo- entre el son jarocho tradicional y el son jarocho urbano. Relación que en ocasiones pareciera de ruptura, o de reapropiación ventajosa por el lado urbano, incluso banal… pero no. Kohei menciona que aquello que quiso mostrar es el respeto mutuo entre ambos mundos, el hilo transparente que los conecta. El documental se encuentra disponible en este enlace.
De gira en la Ciudad de México
Hilo transparente fue proyectado en el auditorio José Vasconcelos del Centro de Enseñanza para Extranjeros de la UNAM, el lunes 17 de septiembre al medio día. Le siguió la presentación en vivo de “Los Laguitos”, quienes tocaron un breve pero variado repertorio que incluyó “La Guacamaya”, “La Iguana”, “El Buscapiés” y por supuesto “La Bamba”. La energía y emoción de los japoneses contagiaron a todo el público, que no tardó en acompañar las melodías con aplausos, gritos y hasta zapateado.
“Estoy encantada con “Los Laguitos”, yo me considero su fan. Tengo familia en Xalapa y todos fueron a verlos. Ahorita que los pude ver; tanto el documental como a ellos… estoy enamorada del sentimiento que le ponen, de cómo ya agarraron el ritmo, no sé. Estoy fascinada“ comparte Karla de 21 años. “Me pareció [la presentación] de muy buena calidad, muy apegada a nuestras raíces, me pareció emotiva“ dijo a su vez Ruth Cabrera de 56 años.
La labor de “Los Laguitos” muestra cómo en la música las fronteras no existen. La lejanía espacial y cultural entre Japón y el sur de Veracruz no impide el intercambio cultural y la amistad que encuentra su punto de partida en el son jarocho. Lo que admiramos de su proyecto es su disposición de aprender y de entablar diálogo, siempre manteniendo un gran respeto por aquello que no se conoce del todo. El esfuerzo por comprender una tradición los más profundo posible y compartir su visión con mexicanos y japoneses es muestra de cómo una convivencia intercultural puede crear lazos humanos genuinos. Quizá el hilo transparente sea también el que atraviesa el Océano Pacífico uniendo México y Japón.
Agradecemos a “Los Laguitos” por la entrevista.
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Susana y Humberto