Quiero invitarlos a todos a abrir sus corazones y sentir la realidad, el amor. ¿Lo sienten?
Daniela Vega
A lo largo de los últimos años, se ha visto en aumento la cantidad de películas sobre el tema LGTTTBI. Si bien no sé si podría llamarse a esto una etapa dorada, si es definitivamente una nueva redefinición y revolución que rompe con los chlichés del género; reivindica y visibiliza la situación, muchas veces de marginalidad, a la que se ven orilladas estas personas.
Dentro de este boom temático en la producción cinematográfica, se inscribe la última cinta del multi galardonado Sebastián Lelio, hijo predilecto de la Berlinale. Una Mujer fantástica consiguió el premio a mejor guion dentro de la edición 2017 del certamen para Lelio y Gonzalo Maza, quien también trabaja en la película como actor. El filme consiguió además el premio Teddy Award a la mejor producción de 2017 y la cereza del pastel tuvo lugar el mes pasado cuando se alzó con el Óscar a la mejor película de habla no inglesa.
Esta coproducción entre Chile y Alemania cuenta la historia de Marina, una joven que sufre la muerte de su amante y se ve obligada a enfrentarse a la familia de él, junto con toda la investigación judicial que se inicia por las extrañas condiciones de su defunción.
A nivel de fondo y forma, -lo qué cuenta la cinta y cómo lo cuenta-, Una mujer fantástica es una película redonda y con una factura impecable. Durante todos los minutos que dura el metraje, el espectador logra empatizar completamente con la situación de Marina, interpretada magistralmente por Daniela Vega, una actriz no profesional quien por poco se convierte en la primera mujer trans en ganar el premio a la mejor interpretación en la Berlinale. Daniela se apropia del personaje protagónico como si fuera ella misma; le presta, además de su corporeidad, sus miedos, sus fortalezas y sus talentos musicales, los cuales forman una parte importante del desarrollo argumental.
Se trata del viaje de una heroína, el viaje íntimo al que se ve orillada ante las circunstancias externas de la vida. La película comienza con el personaje del amante, Orlando, interpretado por Gonzalo Maza, para después introducirnos al personaje de Marina, quien es la que sostendrá la película desde la muerte de Orlando, a pocos minutos de haber empezado el metraje.
Por algunos momentos la película toma licencias poéticas y pasa a hacer una coma en la narración para lograr ciertos instantes, no sé si de realismo mágico, o de surrealismo; como las escenas en las que Marina está cantando, o el plano en el que va caminando por la calle en contra del viento, o la escena en la que comienza a bailar mambo en la disco. El pretexto del viaje a las cataratas sirve para introducir a la película esas bellas imágenes oníricas de las cascadas, que por momentos nos hacen pensar en una analogía con la materia gris y lo turbulada que está la cabeza de Marina.
Lelio nutre las imágenes del filme con algunas referencias de otros cines: Hay un toque de In the mood for love y 2046 del hongkonés Wong Kar Wai, sobre todo en el macguffin de las llaves, que logra sostener buena parte de la narración, manteniendo la intriga y el suspenso en el espectador. Encuentro también ciertas alusiones al mundo Hitchcockiano, sobre todo a Vértigo, ya que ambas películas comparten la obsesión por encontrar un amor imposible más allá de la muerte.
Algunos cineastas concuerdan en que la posición de la cámara es una cuestión meramente política. Si la materia prima de una cinta, el encuadre, se convierte en algo político, ¿qué podemos esperar de la entrega de premios con mayor relevancia mediática a nivel mundial? La última entrega de los óscares tuvo una tendencia marcadamente latinoamericana. La elección de Una mujer fantástica, Coco, La forma del agua, muestran la parte del arte, políticamente correcta, de un gobierno y un país -Estados Unidos- que han tomado decisiones y realizado declaraciones políticamente incorrectas.
“Quiero invitarlos a todos a abrir sus corazones y sentir la realidad, el amor. ¿Lo sienten?” Con estas palabras Daniela Vega se convirtió en la primera actriz trans en ser presentadora en los premios Óscar. The future is unwritten; pero lo que si sé de cierto es que Sebastián Lelio es uno de los grandes narradores de historias de nuestra época, el Óscar, pasa a segundo plano.
Fotografía 1: Por Carlos Delgado [CC BY-SA 4.0 (https://creativecommons.org/licenses/by-sa/4.0)], from Wikimedia Commons