México encabeza la lista de los países con una severa crisis de violencia contra la mujer, según un informe de ONU Mujeres
¿Por qué un día para conmemorar la lucha por la eliminación de la violencia contra la mujer? ¿Es realmente necesaria una campaña para concientizar? ¿Acaso los hombres no sufren este fenómeno y es por ello que son excluídos de la campaña que enmarca este día?
Indudablemente la vida de toda persona es valiosa y debemos empoderar la lucha porque esto sea siempre respetado, sin embargo, la violencia que sufren las mujeres tiene un contexto especial. Las mujeres sufren violencia por causas específicas y de maneras muy distintas: por el hecho mismo de ser mujeres (quizá suena increíble, pero es real). Las mujeres siguen siendo víctimas inexorables del machismo que continúa aflorando en la sociedad.
Por ello, el 25 de noviembre fue instaurado por la ONU, como el día internacional por la eliminación de la violencia contra la mujer, ello a modo de visibilizar la gravedad de esta problemática que se extiende a nivel mundial, y de modo especial en América Latina, donde se tiene una de las tasas más altas de feminicidios y de violencia de género. México encabeza la lista de los países con una severa crisis de violencia contra la mujer, según un informe de ONU Mujeres.
Según las estadísticas, año con año son más los hombres que mueren, sin embargo, las condiciones de sus muertes, son notoriamente distintas, debido a que, las mujeres mueren acto seguido de haber sido violadas o abusadas sexualmente, además de haber sufrido maltrato físico y tortura.
Pese a que muchos países han tipificado el feminicidio como figura penal para la sanción de los responsables, y a que esto ciertamente representa un gran paso debido a que son penas más graves en comparación con las que consagra el homicidio (no porque la vida de las mujeres sea más valiosa sino por la causa de su muerte); la violencia contra las mujeres no cesa, ni siquiera disminuye. Ello sin mencionar la dificultad que implica el juzgamiento de los asesinos, cuando la figura penal se erige bajo un criterio judicial no definido, ni tampoco dirigido a juzgar con perspectiva de género, sumado al panorama de impunidad e investigaciones deficientes que prevalecen.
Sin embargo, el problema no puede resolverse sancionándolo, una vez que se ha manifestado, sino que hace falta la concientización que parte de la educación. La cultura del machismo se encuentra profundamente arraigada en las costumbres sociales, al grado que, algunas veces sus expresiones pasan desapercibidas, siendo que denotan violencia y promueven la desigualdad e inequidad entre hombres y mujeres. Recientemente, al marco de este día, alrededor del mundo, se han lanzado campañas en contra de la violencia de género, y curiosamente los mensajes están mal dirigidos, culpando a las propias víctimas o enunciándolos bajo chistes machistas; lo que denota lo arraigado que se encuentra el machismo, al grado que hace parecer las conductas de violencia verbal, son normales e incluso aceptables. No obstante, la cultura del machismo no es exclusiva de los hombres, sino que se ha ido transmitiendo generacionalmente, incluso, las mujeres perpetuamos conductas, de manera incosciente, que son inculcadas a los hijos e hijas, tales como: atender a los hombres en la mesa, evitar que los niños realicen o coadyuven a las tareas del hogar, continuar señalando y juzgando a otras mujeres, degradándolas y enalteciendo a los hombres cuando ambos realizan las mismas conductas.
Urge una concientización en estos temas, donde hombres y mujeres nos involucremos y partamos de una cultura de la equidad de género, sabiéndonos libres y que, como seres humanos, somos portadores de derechos y que para su acceso, podamos partir de un piso básico y equitativo, bajo las mismas oportunidades. Por ello, sí es necesaria la conmemoración de este día y enmarcar acciones que nos acerquen al imaginario donde las mujeres y niñas se despojen de la práctica de costumbres que encarnan la violencia machista, como la ablación sexual femenina y el matrimonio infantil; imaginario en donde las mujeres sean consideradas como portadoras de respeto y de derechos.
Acertadamente enuncia el diario Verne lo siguiente: “La violencia de género no es un problema que afecte al ámbito privado. Al contrario, se manifiesta como el símbolo más brutal de la desigualdad existente en nuestra sociedad. Se trata de una violencia que se dirige sobre las mujeres por el hecho mismo de serlo, por ser consideradas, por sus agresores, carentes de los derechos mínimos La violencia machista no es un chiste, es delito.”