Nuestra cultura (cualquiera que esta sea) fue creada desde la riqueza de la diversidad
Hay quien dice que es patrimonio de la humanidad, para algunos es sólo un tema de moda, para otros es un problema, y para unos pocos, una oportunidad. Pero, ¿qué papel juega la diversidad cultural en un mundo con identidades cada vez más difusas?
Lo primero a entender es que la cultura genera identidad, y esta, a su vez, sentido de pertenencia –requisito innegociable para vivir en sociedad. La razón por la que existe más de una cultura se encuentra en la diversidad de características físicas, mentales, ideológicas y ambientales alrededor del mundo.
No obstante, encontrarse con una cultura ajena en ocasiones es visto como una amenaza, por simples cuestiones de supervivencia: la incertidumbre de toparse con alguien diferente, que puede ser mejor, y que ponga en riesgo la existencia propia.
De esta forma, el politólogo estadounidense Samuel P. Huntington, conocido por su intolerancia a la diversidad cultural [1], sostenía que ésta sería la responsable de los conflictos posteriores a la Guerra Fría.
Entonces, si la cultura es imprescindible en la sociedad porque genera identidad, pero su diversidad desencadena amenaza y conflicto, ¿la solución está en no mezclar culturas? Todo lo contrario. De la misma forma en que lo único constante es el cambio, la diversidad cultural – y su transformación- es la única característica que permanece a lo largo del tiempo.
El historiador israelí, Yuval Noah Harari, propone que las culturas fueron creadas por una necesidad evolutiva que nos permitió desarrollarnos por encima de cualquier otro mamífero.
Sostiene que la manera en la que creamos culturas es a través de “realidades imaginadas” [2], que a su vez permiten crear identidades y lealtad en torno a un territorio y establecer un conjunto de contratos sociales entre el mismo grupo. De esta forma, las naciones –y las culturas– se transforman en la medida en que el sentimiento y pensamiento social modifiquen dichas realidades imaginadas, por lo que no sólo es poco inteligente tratar de separar, o incluso eliminar, diversas culturas, sino que va en contra de la evolución misma del ser humano, quien las moldea a conveniencia, y con base en la realidad social.
En sus palabras, “La inmensa diversidad de realidades imaginadas que fueron inventadas por los homo sapiens, y que dieron como resultado la diversidad de patrones de comportamiento, son los principales componentes de lo que llamamos “culturas”, una vez que las culturas aparecieron, estas nunca dejaron de cambiar y desarrollarse, y el resultado de estas alteraciones imparables es lo que llamamos historia” [3].
Por lo tanto, el papel que juega la cultura y su diversidad en la actualidad internacional, no es el de amenaza, moda o patrimonio, ni siquiera el de oportunidad. La diversidad cultural es la autora de la historia. Sin la cultura, los hombres no tendrían motivos para destruir ni para construir en nombre de una nación o un ideal, y, sin su diversidad nos encontraríamos atascados en el tiempo, repitiendo errores y patrones de comportamiento.
Encontrar diferencias en el otro puede resultar amenazador, pero lo que destruye no es lo desconocido, sino el miedo y la intolerancia al cambio. Es imprescindible entender que nuestra cultura (cualquiera que esta sea) fue creada desde la riqueza de la diversidad, y el único modo de desarrollarla es aceptando su naturaleza: una constante evolución.
1. Escribió un artículo muy criticado llamado “El reto hispano” en el que mencionaba que la creciente migración de latinos hacia Estados Unidos, amenazaría la identidad estadounidense: http://www.elcorreo.eu.org/El-reto-hispano-Samuel-HuntingtonThe-Hispanic-Challenge?lang=fr
2. Algo que, a pesar de no ser tangible, se vuelve real cuando mucha gente así lo cree y actúa con base en ello.
3. Traducción propia. Yuval N. Harari. Sapiens. Harper. 2011.