Es una novela de poesía y poetas, de la búsqueda de la literatura, del destino que nunca llega.
Roberto Bolaño (1953-2003) fue un punk mediático. Antes de morir consiguió algo muy complicado para un autor: se convirtió en culto. Su ascenso brutal se dio durante sus últimos años de vida. Bolaño golpeó duro, fue un kamikaze. Hizo su público, escribió lo que consideraba hacía falta escribir, los alimentó. Esperó y atacó.
La aparición de la novela Los Detectives Salvajes fue clave para que Roberto Bolaño se convirtiera en la figura mítica que hoy en día todos conocen. Y es, sin duda, una excelente forma de adentrarse a su obra.
Bolaño fue de la vida a la ficción, vivió sus lecturas y posteriormente volvió a la literatura para narrar sus experiencias.
El viaje no es otra cosa que salir a buscar una experiencia que cambie percepciones, o dicho de otra manera, las amplíe. Y es justo esa, la temática del viaje uno de los tópicos principales en la obra de Bolaño. Para él es necesario viajar y perderse en el camino para reinterpretar la realidad.
Es en Los Detectives Salvajes donde el autor nos muestra esa figura. Se presenta a sí mismo como Arturo Belano, un viajero pasional y terrible. Alter ego que muchos aseguran, está inspirado en el poeta francés Arthur Rimbaud. Belano, Ulises Lima, y Juan García Madero son los protagonistas de la obra, jóvenes poetas que forman parte del movimiento real visceralista y que están en búsqueda de Cesárea Tinajero, poeta creadora del movimiento cincuenta años atrás. De ella solo conocen un poema que parte de la calma y que se intensifica hasta convertirse en línea aguda, malestar. Poema que pareciera narrar el destino de los tres personajes.
Durante la obra los poetas transitan en una vida llena de sexo, libros y viajes; caminos que enferman. Buscando un destino que al parecer no existe, una ilusión, una figura incompleta. Como si el autor nos dijera que la vanguardia que tanto buscó en su juventud no existiera, como si todo estuviera ya escrito. El viaje entonces, en la novela de Bolaño, representa la identidad negada; se busca a los padres vanguardistas, a la fundadora del primer realismo visceral. Se rechaza el canon de la literatura bien vista, bien escrita. y aún así no se encuentra nada, o se encuentra poco.
Los Detectives Salvajes se publicó en 1998, pero la historia pertenece a la Ciudad de México en los años setentas. Es una novela de poesía y poetas, de la búsqueda de la literatura, del destino que nunca llega. Hay algo de desesperación llevada al límite, narrada con agilidad, y manteniendo una estructura original.
Roberto Bolaño caminaba hacia atrás, “de espaldas, mirando un punto pero alejándose de él en línea recta hacia lo desconocido”.